Por Leonardo Grosso, diputado nacional por el Frente de Todos, presidente de la Comisión de Recursos Naturales y Conservación del Ambiente Humano de la Cámara de Diputados de la Nación. Integrante de la comitiva oficial argentina en la PreCop Roma.
La crisis del clima, sus orígenes y sus consecuencias, tiene que ser una oportunidad para poner en el debate mundial quiénes son responsables y de qué manera cada uno aporta según la intervención que hizo en el cambio climático.
En la Reunión Parlamentaria en Preparación para la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) en el Parlamento Italiano la comitiva argentina plantea de manera contundente la deuda ecológica que las principales potencias tienen respecto al cambio climático. Entonces, la diferenciación entre los países que más contaminaron y los que menos lo hicimos tiene que estar plasmado en acuerdo global para que la distribución de las responsabilidades sea más justa.
Por otro lado, otros de los temas importantes a debatir será la mayor financiación de los sectores público y privado para la investigación y el desarrollo y el uso de tecnologías de energía limpia, pensar estrategias hacia una agricultura sostenible y reconvertirnos a una economía circular en el contexto pos pandemia covid-19. Tenemos claro que la pérdida de biodiversidad y la mala utilización de nuestros recursos naturales, la entrada del humano en eco-zonas verdes orientada por el capitalismo depredador generó el salto zoonótico.
Para nosotros es importante imprimir una visión local, desde nuestro lugar en el mundo. No podemos pensar en la deforestación creciente, y por ejemplo las consecuencias de ecocidio en el Amazonas y sobre el río Paraná sin un modelo agropecuario diferente. Ni tampoco podemos discutir la transición energética si no pensamos en las desigualdades de acceso a la energía de la población mundial y las asimetrías entre Norte y Sur replicada al interior de las sociedades más humildes o de los países en vías de desarrollo.
Actualmente nos encontramos en una situación política ambiental muy delicada. Nuestro planeta corre riesgo y es una responsabilidad política actual y a futuro lograr modificaciones sustanciales que permitan el desarrollo de la humanidad en nuestra casa común. Soy de los que creen que lo primero debe ser modificar el paradigma desde donde pensamos nuestra vida, nuestro progreso, nuestra cultura y nuestro trabajo productivo. Hay que reconstruir el legado del humanismo: el individuo no es el centro del mundo. Y repensar también las políticas que llevamos adelante desde la periferia y el sur global, en beneficio de nuestros pueblos y nuestros ecosistemas.
La temperatura del planeta aumenta aceleradamente, el efecto invernadero natural y protector del planeta aumenta por las acciones del hombre. Al aumentar la concentración de gases en la atmósfera también incrementa la temperatura de los océanos. Desde 1950 que no se evidencian temperaturas semejantes, existiendo lugares como el Ártico con un calentamiento 4 veces el normal. Más de la mitad de emisiones de C02 que existen en la atmósfera, las produjimos en los últimos 25 años, subiendo éste un 40% desde la era pre-industrial. El sector energético produce casi el 80% de los gases. Son los países del Norte Global junto con China quienes más gases emiten, y los países más ricos son responsables del 92% de las emisiones que generan calentamiento global. El 10% más rico de la población mundial genera el 50% de las emisiones.
Replantear nuestro sistema de producción significa vislumbrar qué sectores productivos y quiénes en particular, tienen mayor responsabilidad para con nuestro ecosistema.