Un informe del Observatorio del Desarrollo Humano y la Vulnerabilidad revela profundas transformaciones en la estructura familiar del país.
En el marco del Día Internacional de la Familia, un estudio elaborado por el Observatorio del Desarrollo Humano y la Vulnerabilidad de la Universidad Austral detalla los principales cambios sociales y demográficos que atraviesan a las familias argentinas. La investigación, liderada por las investigadoras Lorena Bolzon, María Dolores Dimier de Vicente y María Sol González, advierte sobre la baja natalidad, el aumento de hogares unipersonales y la creciente presencia de adultos mayores, entre otros fenómenos que configuran una nueva realidad familiar.
Uno de los datos más significativos que expone el informe es la fuerte caída de la natalidad: desde 2014, los nacimientos en Argentina bajaron más del 40%. Esto se traduce en un cambio profundo en la composición de los hogares. Actualmente, el promedio de hijos por mujer es de 1,4, muy por debajo de la tasa de recambio generacional. A esto se suma el dato de que los hogares con un solo miembro pasaron del 13% en 1991 al 25% en 2022.
Las causas son múltiples, pero la situación económica incide fuertemente en las decisiones reproductivas. Según el estudio, existe una correlación directa entre las tasas de fecundidad y variables como el PIB, el empleo y la formalidad laboral.
Más adultos mayores, menos niños
El envejecimiento poblacional es otro de los ejes centrales. El informe detalla que la edad mediana en Argentina es de 32 años, 12 más que hace un siglo, y que el índice de sobre-envejecimiento (mayores de 85 años) pasó de 5 en 1970 a 10,4 en 2022. Las ciudades más envejecidas del país son CABA, Santa Fe y La Pampa.
Este proceso plantea nuevos desafíos: aumenta la demanda de cuidados, mayormente ejercidos por mujeres, muchas veces sin remuneración y en condiciones precarias. Además, el índice de dependencia —que mide cuántas personas “inactivas” dependen de cada persona en edad laboral— alcanza hoy a 47,6 por cada 100 personas activas.
Más mujeres al frente de los hogares
El informe también destaca un crecimiento sostenido de las jefaturas femeninas. En 1991, sólo el 22% de los hogares estaban a cargo de mujeres. En 2022, ese porcentaje trepó al 49%. Esta transformación está especialmente presente en las franjas etarias más jóvenes (entre 25 y 44 años) y se asocia con un mayor nivel educativo alcanzado por las mujeres en los últimos años.
Pobreza estructural e infantilización de la desigualdad
A pesar de que los hogares con necesidades básicas insatisfechas (NBI) descendieron del 16,5% en 1991 al 6,7% en 2022, la pobreza por ingresos sigue afectando a grandes sectores de la población. En 2024, el 29,9% de las personas en los principales aglomerados urbanos era pobre no indigente y un 8,2% se encontraba en situación de indigencia.
El grupo más afectado por la pobreza es el de los niños de 0 a 14 años, lo que el informe califica como una “infantilización de la pobreza”, reflejo de desigualdades estructurales que se perpetúan en el tiempo.
Frente a estos datos, el estudio propone pensar en un nuevo paradigma: una sociedad del cuidado. Esto implica poner en el centro la sostenibilidad de la vida, reconocer las interdependencias humanas y promover políticas que aseguren el bienestar de todas las generaciones, especialmente en un contexto de envejecimiento acelerado y transformaciones familiares profundas.
