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Incendios forestales

Calentamiento, plagas y árboles muertos: un cóctel fatal en EE.UU.


La sequía severa, la invasión de escarabajos y el manejo inadecuado de los bosques se han combinado para matar a millones de árboles en los últimos años en el oeste de Estados Unidos, especialmente en California, preparando así el terreno para «incendios masivos» sin precedentes, alertaron los expertos.

La situación es aún más preocupante por los centenares de miles de hectáreas de bosques que ya perecieron bajo el fuego este verano en diferentes partes de Estados Unidos, con más de una decena de muertos.

Y la temporada de incendios forestales está lejos de terminar: de California a Alaska, pasando por Idaho y el estado de Washington, la agencia nacional de incendios contabilizó 71 hasta el jueves pasado en 400.000 hectáreas en total.

Esto podría empeorar en algunos años. A principios de 2018 los expertos alertaron sobre el riesgo de un tipo de incendio forestal potencialmente mucho más peligroso.

Esto se debe a la galopante mortandad de los árboles, principalmente de coníferas, que ha diezmado los bosques como resultado de la sequía y de una invasión de escarabajos. En la Sierra Nevada, en California, algunas zonas han perdido el 90% de sus árboles, obligando a las autoridades a decretar el «estado de emergencia».

«Eruptivos e imprevisibles»

¿Que tiene esto que ver con el aumento de los incendios? Los factores en juego son «complejos» y algunas veces engañosos, advierte Brandon Collins, coautor de un estudios sobre esta materia.

«La simple interpretación es que teniendo árboles muertos tienes mucho más combustible para los incendios. Se puede esperar que los incendios ardan con mayor intensidad y más rápido», dijo Collins a la AFP.

Pero la naturaleza y el comportamiento de estos incendios no cambia fundamentalmente, añade Collins, quien investiga con el Servicio Forestal de Estados Unidos y la Universidad de California de Berkeley.

«Es a largo plazo, diez o 15 años, que los problemas empiezan, cuando un gran número de árboles caen al suelo, en un lapso de tiempo corto. Todos esos troncos crean condiciones muy diferentes a las que hemos conocido hasta ahora, una acumulación de combustible propicia para fuegos masivos, tan explosivos que puede crear su propia interacción con la atmósfera», advirtió Collins, quien califica estos incendios de «eruptivos e imprevisibles», como nunca antes hemos visto.

Es posible que estos incendios no se propaguen de manera lineal por el dosel sino por el suelo, a través de brasas y «bolsas» de combustible muerto, explicó, y «no es un tipo de propagación de incendios al que estamos acostumbrados. Ni siquiera podemos manejarlo en nuestros modelos».

¿Regulación natural?

La mortandad de los árboles es principalmente el resultado de un círculo vicioso que implica al calentamiento climático, que debilita la vegetación a través de las sequías repetidas. Los árboles también son muy vulnerables a las plagas, como el escarabajo de pino, cuyas larvas matan las coníferas en toda la costa del oeste, de Canadá a California.

«Pero más allá de este mecanismo, está el hecho de que los bosques han estado en mal estado desde hace mucho tiempo», afirmó Brandon Collins, quien señala la mala gestión humana.

Criticó la mala costumbre de «combatir los incendios a toda costa», lo que según él ha creado «una densidad insostenible» para los bosques. «Si cediéramos lugar a los incendios a pequeña escala, eso permitiría limpiar los bosques sin matar todos los árboles (…) como un mecanismo de regulación natural».

Al igual que el investigador, otros actores involucrados en el combate de incendios apoyan la idea de retomar una explotación de los bosques más razonada.

El año pasado, el servicio forestal estadounidense anunció que estaba intensificando sus esfuerzos por «reducir los bosques demasiado densos y hacerlos más sanos y resistentes».

Al subrayar que el 56% de su presupuesto anual se había consumido solo en luchar contra los incendios, la agencia federal pidió un cambio estratégico, privilegiando especialmente «la restauración de los bosques y el mantenimiento de los arroyos», factores de prevención de los fuegos.