Elongar, flexibilizar la columna, desconectar del estrés y meditar, son algunas de las búsquedas más habituales de quienes, sin tiempo o dinero para ir a una academia, eligen practicar o acercarse al yoga a través de Internet.
En el marco del Día Internacional del Yoga, mucho se ha dicho ya sobre sus beneficios. Y hoy, echando mano de una realidad cada vez más digital e hiperconectada, hay quienes aseguran que basta una pantalla y conexión para practicarlo desde cualquier lugar, ¿pero es así?
Según datos internos de Google Argentina el término «Yoga» experimentó un aumento en el volumen de búsquedas de un 103 por ciento desde 2015, fundamentalmente a partir de consultas relacionadas con «qué es», «beneficios», «clase», «poses» y «principiantes».
Pero, además, desde 2008 también se registró un crecimiento sostenido en la búsqueda de videos en Youtube de «yoga principiantes», «videos de yoga» y «yoga en casa». Y así fue que lo que comenzó tímidamente como una curiosidad se tradujo en una tendencia global que cada vez tiene más seguidores.
Sólo por citar, en Estados Unidos el canal Yoga With Adriene tiene más de 5 millones de suscriptores y ofrece «videos de yoga gratuitos de alta calidad» con una biblioteca de incluye desde clases para principiantes hasta sesiones para bajar de peso. En Chile, con más de un millón de suscriptores está MalovaElena, un canal que ofrece varias formas de entrenamiento pero con el foco puesto en el yoga.
«Hay gente que se acerca para estar mejor física o mentalmente y lo bueno del yoga es que es universal y cualquiera puede beneficiarse», dijo a Télam Gonzalo Rico Peña, director del Centro Yoga Baires.
Al respecto, agregó que «la tecnología llegó y las comunicaciones mejoraron mucho, con lo cual hoy a través de Internet, con tutoriales o videos se puede acceder a información que antes no estaba tan a mano. Pero el yoga es como la terapia: hay dos personas, un alumno y un profesor, mientras que en un video no hay vínculo ni ida y vuelta».
«Por eso -añadió- dentro de lo digital nosotros ofrecemos clases individuales a distancia pero intentamos que primero se acerquen para conocernos porque no siempre las condiciones de la imagen o el audio son las óptimas».
Algo similar sugiere Fernanda Miralles, instructora desde hace 15 años y parte de Relajemos.com una comunidad de Yoga, Meditación y Bienestar: «Las clases presenciales son importantes al inicio, para ganar la técnica a través de una guía directa y la relación entre instructor y alumno».
«Luego se puede perfeccionar y dar continuidad a través de una modalidad virtual», agregó sobre la red que cuenta con más de 100 instructores de Argentina, Chile, Perú, Uruguay, Colombia, México, España y Estados Unidos.
Nora Maas, directora de Maas Yoga, donde además de una academia presencial ofrecen cursos online para perfeccionamiento de profesores, gestionan un canal de Youtube y suben clases online a Instagram, intenta compatibilizar ambos mundos: «Es mucho mejor tomar clases con un profesor que te guíe y conozca, pero hay gente que no tiene acceso a eso y una práctica virtual es mejor que nada».
Sin embargo, hay quienes descreen por completo de esta visión: Martín Quiroga, de la Unión Nacional de Yoga Argentina, señaló que «con la llegada de la práctica a Occidente los profesores se abocaron a las clases prácticas de posturas físicas (asanas) dejando de lado el camino espiritual y en muchos casos saltando uno de los pasos más importantes para el yoga: la meditación».
Y concluyó que «el riesgo de la difusión en las redes sociales del armado, desarmado y corrección de las posturas, es que no esta el maestro que con su experiencia no sólo corrige desde el punto de vista físico, sino también enseña la atención mental y apoya en el desarrollo espiritual».