Con una tremenda combinación y haciendo valer su poderosa mano derecha, el chubutense Lucas Matthysse se consagró campeón mundial de los welter de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) tras vencer por nocaut en el octavo round al tailandés Tewa Kiram, en el Forum de Los Ángeles.
Si bien no hizo una gran pelea, ya que casi nunca pudo tener la distancia necesaria para terminar el pleito mucho antes, el patagónico derribó dos veces a su rival -un ex peleador de Muay Thai- y se quedó por primera vez con el cetro de manera absoluta.
Es que Matthysse había ostentado el título interino CMB (2013) de los superligeros, y con esta victoria se le abren múltiples oportunidades para pelear con boxeadores de la talla de Danny García (México) o el tailandés Manny Pacquiao.
«Se movía bien y cuando me encimaba no me daba la distancia. Sus manos no me dolía, pero me encimaba y trabajé hasta que pude conectarlo», explicó el chubutense al terminar la pelea.
El argentino indicó que «luego de la primera caída pensé que se quedaba ahí, pero fue un rival duro y cuando lo conecté ya fue. Le dedico este triunfo a Trelew y a toda Argentina que estuvo pendiente y acá está el cinturón que tanto costó».
Una pelea sin brillo
La pelea en sí no tuvo brillo, y hasta se diría tampoco emotividad, porque los rounds se sucedieron sin que ninguno de los dos -en especial el argentino- pudiera cambiar el ritmo y así poder inclinar la balanza para algún lado.
En el primer round Kiram impuso distancia con su jab, en gran medida por el mayor alcance de brazo con respecto al chubutense, que no pudo encontrar la distancia y en general conectó con el cuerpo muy volcado hacia adelante.
Matthysse trató y logró acercarse un poco más a la distancia que su pegada podía marcar presencia, aunque Kiram trató de tenerlo lejos con el jab de mano zurda, y justamente sobre ese golpe el argentino pudo conectar dos buenas derechas que el tailandés sintió en el rostro.
Parado en el centro del ring en todo momento, Matthysse estudió cada resquicio en el que pudiera acercarse hasta Kiram, pero la pelea se hizo demasiado trabada, con mucho amague y sin iniciativas.
Como contenido y sin sacar demasiado rápidos sus manos, Matthysse hizo una floja cuarta vuelta, en donde el tailandés se mostró más incisivo con la zurda.
Un tanto indeciso para poder tomar la iniciativa, lejos en la distancia y sin hacer prevalecer su recto de mano derecha, Matthysse pareció estar lejos de una estrategia que le pudiera hacer tener el cinturón de campeón.
A la espera de la «mano»
Desde el rincón le dijeron al patagónico que acorte la distancia ya que el tailandés parecía no tener la fuerza necesaria para hacerlo caer, o al menos retroceder, porque siempre planteó la pelea desde la defensiva.
Matthysse nunca pudo hacer punta con su jab, ni tirar una combinación de «uno y dos», porque siguió -a mitad de pelea- sin encontrar la distancia y solo logró conectar una volea de derecha que hizo vibrar la cabeza del rival.
Como «favorito» de la pelea Matthysse estuvo lejos de lograr colmar las expectativas, porque si bien el tailandés mostró físico y alguna que otra aptitud, tampoco fue de temer, ya que su invicto de 38 peleas nunca tuvo un nombre relevante y esta fue la primera pelea fuera de Asia.
El argentino nunca se jugó para ir a buscar impactar a Kiram, sabiendo que el poder de su derecha puede ser letal, pero tampoco hay que tirar todos los boletos antes que la competencia se termine cuando arriba del ring hay un noqueador como Matthysse.
En el octavo, tal vez como sabiendo que era «el momento», el patagónico se la jugó, se adelantó unos pasos, acostó la distancia conectó a Kiram y lo mandó a la lona por primera vez.
Cuando se levantó el asiático sabía que la situación ya no iba a ser lo mismo. Es que una zurda plena en el rostro hizo tambalear al tailandés y por primera vez en la noche Matthysse conectó la «bomba» de mano derecha para mandar a Kiram a la lona y quedarse con toda la gloria.
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