El ex presidente tendrá como nueva función ser el articulador político del opositor Partido Liberal
Después de tres meses en Estados Unidos, el ex presidente Jair Bolsonaro regresó hoy a Brasil, donde ejercerá como articulador político del opositor Partido Liberal (PL), a la vez que deberá enfrentar varios procesos judiciales en su contra por acciones cometidas durante su gobierno, y dijo que el Congreso es fundamental para que Luiz Inácio Lula da Silva «no haga lo que quiera» en la presidencia de Brasil.
El líder de la ultraderecha, que al perder las elecciones de 2022 ante Lula fue el primer presidente en ejercicio de Brasil que fracasó en una reelección, arribó al aeropuerto Juscelino Kubitschek de Brasilia las 6.40, donde fue recibido por un centenar de seguidores.
En declaraciones a CNN Brasil, dijo que no pretende ser el jefe de la oposición, aunque sí anticipó que buscará viajar por el país para preparar el escenario electoral para las municipales de 2024 y las generales de 2026 como dirigente del Partido Liberal, que le pagará un salario de 7.600 dólares mensuales.
Su primera parada en Brasilia fue en la sede del PL, donde lo recibió su esposa, Michelle Bolsonaro, titular de la rama femenina de la fuerza, así como el presidente partidario, Valdemar Costa Neto.
Menos de cincuenta personas lo esperaban allí al grito de «mito», aunque el recibimiento fue menor al esperado por el bolsonarismo, que preparó sin éxito un retorno triunfal, sobre todo porque la policía de Brasilia decidió evitar manifestaciones en el aeropuerto.
En un discurso para la dirigencia del partido, Bolsonaro hizo hincapié en afirmar que la derecha es «mayoría» en el Congreso y que eso significa que es importante para impedir que Lula «haga lo que quiera» con el rumbo del país.
«Este Congreso debe mostrar a esta gente que por ahora, por poco tiempo, está en el poder, que no harán lo que quieran con el destino de nuestra nación», aseguró el ultraderechista, recordando que el Partido Liberal tiene el mayor bloque del Congreso, con 99 parlamentarios en Diputados.
Antes le había dicho en el avión a CNN Brasil, que cubrió el regreso como si fuera una estrella de rock, que no se convertirá en líder de la oposición.
«El gobierno ya se hace oposición a sí mismo», subrayó y criticó el perfil del gabinete de Lula y las medidas para impedir que la población civil tenga acceso a las armas.
Su misión será viajar dos o tres veces por mes para articular candidaturas en las principales ciudades del país para las municipales de 2024.
El exjefe de Estado deberá enfrentar al menos cinco investigaciones judiciales, entre ellas una por el intento del golpe contra Lula del 8 de enero perpetrado por bolsonaristas y otra por contrabando de joyas provenientes de Arabia Saudita.
Bolsonaro ganará 7.600 dólares del Partido Liberal y en total sus ingresos serán de 13.300 dólares, sumando la jubilación como exparlamentario.
El expresidente negó a CNN haber cometido delitos con el caso de las joyas recibidas por Arabia Saudita.
«No hay nada ilegal, no me quedé con nada que no es mío», aseguró sobre el caso, por el cual fue citado a declarar el 5 de abril próximo ante la Policía Federal, que abrió una investigación.
Bolsonaro también está siendo investigado por el intento de golpe del 8 de enero perpetrado por sus seguidores, que invadieron la sede de los poderes públicos en Brasilia.
También hoy dijo que trabajará por crear una comisión parlamentaria sobre el caso, ya que la extrema derecha sostiene que el gobierno de Lula sacó provecho político de la situación.
Bolsonaro había acusado a la izquierda de haber perpetrado el intento de golpe, y a la vez pide la liberación de los detenidos por atentar contra la democracia.
«Lamentamos lo ocurrido, quien practicó vandalismo tiene que ser culpado, pero los inocentes no pueden seguir presos», aseguró.
Su exministro de Justicia Anderson Torres está preso por su responsabilidad en el intento de golpe de Estado de bolsonaristas y estaba en Orlando junto a Bolsonaro cuando se dieron los ataques.
Torres, que era el secretario de Seguridad de Brasilia, removió ese día a la cúpula policial y ordenó liberar los accesos al Palacio del Planalto, el Congreso y el Supremo Tribunal Federal.
El regreso de Bolsonaro se dio como turista luego de haber dejado el país como presidente el 30 de diciembre, antes de culminar su mandato, para evitar traspasar el mando a Lula.
Según el Portal de la Transparencia, el Estado gastó unos 110.000 dólares en la estadía de Bolsonaro de tres meses en Orlando, donde se quedó en la casa de un empresario amigo, debido a que los expresidentes tienen derecho a viajar con la custodia que le provee la Policía Federal.
A su llegada, la presidenta del Partido de los Trabajadores, Gleisi Hoffmann, lo recibió con un video en el que decía que Brasil ha mejorado con la reinstauración de las políticas de asistencia social, salud, educación y combate al crimen organizado en la tierra yanomami.
«Aproveche para explicarle a la justicia los delitos cometidos en el gobierno y en la campaña. Puede volver cuando quiera, lo que nunca volverá es el tiempo oscuro en que hiciste infeliz al país», afirmó Hoffmann.
Bolsonaro tiene 16 procesos abiertos ante la justicia electoral, que puede inhabilitarlo por haber cometido diversos crímenes, entre ellos denunciar ante embajadores extranjeros la «fake news» sobre la existencia de un plan de fraude en las urnas electrónicas.
Bolsonaro vivirá en una casaquinta en el Lago Norte de Brasilia, también pagada por el Partido Liberal.