Un relato sobre el vaciamiento y la casi desaparición a manos de la dictadura de una institución educativa histórica de Rosario, y de cómo renació 36 años después
Por Santiago Ceron
Pese a la grave situación que actualmente atraviesa el país y el mundo, la memoria debe seguir vigente. Si bien en estas semanas los ojos están puestos en una pandemia que afecta a toda la sociedad, y está bien que así sea, no está de más tomarse unos minutos para mantener vivo el recuerdo de la época más oscura de la historia argentina, de lo que significó y de las marcas que dejó, en el país y en nuestra ciudad.
En el marco de este atípico 24 de marzo cabe recordar lo que sucedió en el barrio Tablada con la histórica Biblioteca Vigil, una institución fundada por los propios vecinos del barrio con un nivel educativo envidiable en toda Latinoamérica, que fue intervenida y desmantelada por el Proceso de Reorganización Nacional y que hoy, poco a poco, se recompone y vuelve a significar un faro para el barrio y Rosario.
Sergio Gorosito, actual presidente de la Vigil, dialogó con CLG y realizó un extenso relato de cómo la biblioteca y toda la institución en sí pasó de su época de esplendor a transitar 36 años de oscurantismo, para luego, en 2013, resurgir gracias a un arduo trabajo que se llevó adelante para recuperarla.
Una institución popular de calidad: el nacimiento y los años dorados
La Vigil fue fundada en 1956 por un grupo de jóvenes, vecinos del barrio Tablada. Como explica Gorosito, todo lo que implique a la Vigil, ya sea en sus inicios como en su época de esplendor, responde a una necesidad del barrio. Los fundadores, algunos de los cuales todavía están con vida, comenzaron con el objetivo de darle a la zona algo que allí no existía: una biblioteca.
«Eran personas muy visionarias. La primera necesidad fue una subcomisión de biblioteca de la vecinal, algo que se fue agrandando hasta convertirse en una biblioteca», cuenta Sergio. Lejos de detenerse en el primer objetivo, la ambición de construir algo importante estaba latente: «Armaron la rifa, que fue un gran invento. Con las primeras ventas compraron un lote y, seis años después de haber comenzado con el proyecto, ya tenían inaugurado un edificio de cuatro pisos». El edificio al que hace mención es el que hoy está en pie en Alem 3078.
Las necesidades del barrio seguían apareciendo: «En la zona no había una escuela secundaria, entonces ellos hicieron una». Así se fue formando la idea de una institución educativa, que terminó materializándose en una entidad en la que se podía completar todo el ciclo educativo: jardín maternal, escuela primaria, escuela secundaria y, finalmente, la universidad popular.
Museo de Ciencias Naturales, un observatorio, talleres, mutual, teatro y más servicios se sumaron a esta entidad que relucía en la zona sur de Rosario. Así fue que la Vigil llegó a tener más de 20.000 afiliados que concurrían al lugar. Lo que empezó como una biblioteca terminaba siendo uno de los proyectos culturales más importantes de América Latina.
Intervención y oscuridad
El 25 de febrero de 1977 la dictadura cívico-militar irrumpía de lleno en la Biblioteca Vigil para intervenirla, iniciando así su época negra. «Me tocó vivirlo en carne propia», relata Gorosito, quien en esa época era alumno de la escuela secundaria. «En ese momento estaba en tercer año, así que los últimos dos años de la secundaria los hice durante la intervención de la dictadura», agrega.
«En febrero de 1977 nos enteramos de la intervención de la biblioteca, todavía no habían empezado las clases, fue todo pensado. Al regresar a las escuelas en marzo todo había cambiado sustancialmente: ya no había universidad popular, sólo estaba la escuela y parte de la biblioteca; también cambiaron las autoridades», explica.
Los cambios fueron inmediatos y evidentes: «Antes de la dictadura la educación de la Vigil era de excelencia, había doble turno, materias específicas, gabinete psicopedagógico, todo orientado a una parte más humanística. Cuando llegaron los militares desaparecieron los psicopedagogos, había que ir con pelo corto, los chicos con saco y corbata, las chicas con guardapolvo. Se pasó de un régimen de libertad a un régimen militar», señaló Gorosito.
«Vinieron profesores que después nos enteramos que eran de servicios o militares retirados. Demás está decir que los talleres y todas las actividades populares se perdieron, no se pudieron seguir. Durante un año tuvieron presos y torturaron a parte de la comisión directiva y del órgano fiscalizador, que eran los que podían tomar las riendas de la entidad. Cuando salieron les hicieron firmar la renuncia. La gente que quedó en la biblioteca tenía un temor terrible», agregó.
«Esa patota entró ese febrero y se hizo cargo de la institución con la excusa de una normalización por los problemas económicos, normalización que no fue tal ya que a los pocos meses la liquidaron y saquearon todos los bienes tanto muebles como inmuebles, dejando sólo las escuelas», apuntó.
Las consecuencias de la intervención fueron irreparables: «El material de la biblioteca desapareció totalmente, por lo que sabemos la mitad de la colección fue quemada y desaparecida. Los animales que formaban parte del Museo de Ciencias Naturales fueron destruidos o llevados en parte a otros museos. El telescopio fue saqueado. Vendieron bienes muebles, como pianos o distintos artefactos para el uso común», contó.
La intención del gobierno de facto de turno fue clara, y así lo catalogaron en la Justicia: «Vaciaron la biblioteca y se la quiso desaparecer, fue un genocidio cultural, es el formato que le estamos queriendo dar en la Causa Feced III. Es una entidad no física a la que se la quiso hacer desaparecer, como desgraciadamente hicieron con tantos compañeros. Hasta le cambiaron el nombre, le pusieron Complejo Pedro de Vega, algo que nunca se plasmó en el barrio y en los vecinos. Quisieron hacer desaparecer de la historia todo lo que había generado la Vigil, pero los lazos de la gente eran muy fuertes y pudimos ir recuperándonos».
Con el correr de los años, principalmente a partir de la investigación en la Causa Feced III, empezaron a conocerse los verdaderos motivos: «Nos fuimos enterando por distintos archivos de que la biblioteca estaba investigada por los servicios por ser catalogada en su época como un foco comunista, cosa que por supuesto nunca fue cierta. Lo que fue cierto es que siempre fue una entidad que se abocó fundamentalmente a realizar una educación popular de excelencia y gratuita, sin ningún otro miramiento. Pero no era permitida en esa época y tampoco lo es hoy en día cualquier instancia en la cual la gente pueda pensar libremente y tener un albedrío de lo que está ocurriendo, siempre es un foco peligroso para las clases gobernantes», lanzó Gorosito.
La vuelta de la democracia en 1983 no trajo mejor suerte. Los ex dirigentes organizaron una “comisión de recuperación” llevando a cabo variadas estrategias para detener lo que se venía haciendo, pero la liquidación continuó su camino haciéndose lentamente de las más de 60 propiedades que tenía la mutual al momento de su intervención: «Fue un proceso que desgraciadamente continuó durante muchos años».
Una nueva esperanza
Recién 27 años después de aquella intervención apareció un atisbo de esperanza para el barrio Tablada y la Vigil. Gracias a la fuerza que tomaron los derechos humanos, en junio de 2004 ex alumnos, ex miembros de la comisión directiva y vecinos se unieron: «Se empezó a vislumbrar lo que podía ser la recuperación de la entidad», aseguró Gorosito.
Sin embargo, la tarea no fue fácil. Recién en 2008 pudieron recuperar la personería jurídica y tuvieron que esperar cinco años más para que se les restituyan los bienes inmuebles: «Nos devolvieron la media manzana de Alem y Gaboto, y también se devolvió la manzana donde funciona la escuela primaria, en Alem y Virasoro. Tuvimos que hacer mucho trabajo de infraestructura porque durante 40 años el edificio no tuvo mantenimiento, por lo que estaba en ruinas». Fue entonces cuando llegó el momento tan esperado: a fines de 2013, a 36 años de la intervención, la Biblioteca Vigil volvió a abrir sus puertas.
Desde entonces, a fuerza de sudor y persistencia, la institución crece poco a poco: «Desde 2013 tuvimos una tarea bastante titánica. De a poco empezamos a asociar gente, empezamos a ver cómo volver a realizar la rifa. Así pudimos abrir primero la biblioteca, luego inauguramos el teatro y luego la parte administrativa».
«Hoy tenemos la biblioteca funcionando con tres bibliotecarios, con préstamos diarios, con una nueva colección; el teatro hace funciones dos veces por mes de producciones propias. Además, pasamos de uno o dos talleres, a hoy tener 30 a los que concurren unos 700 alumnos. También dictamos apoyo escolar para estudiantes de primaria y secundaria», detalló Gorosito.
La Vigil volvió a tener vida en sus pasillos y esa vitalidad se traslada a las veredas y las calles del barrio, que cambió su fisionomía diaria: «Esta media manzana, que era un lugar oscuro y que daba miedo pasar, se ha convertido nuevamente en un polo donde la gente puede venir, hacer actividades, apropiarse del espacio, realizar sus tareas, consultar, aprovechar una obra de teatro. Esto demuestra que con esfuerzo y tenacidad se pueden recuperar todos estos movimientos que han sido tan importantes para la educación de Rosario», asegura Sergio.
Desde 2015 la Vigil fue declarada como sitio de memoria y representa una de las tantas entidades de la ciudad y el país que quedaron marcadas por el paso de las botas y los uniformes.
Por último, al ser consultado sobre qué significa para la biblioteca y para su comisión directiva el Día de la Memoria, por la Verdad y la Justicia, el presidente de la institución dejó un mensaje para resaltar: «El 24 de marzo es un día muy significativo en el cual rememoramos todo lo sucedido, pensamos en que nunca más se de en este país las circunstancias que nos han acontecido. Es importante tener memoria, mirar lo que ha pasado; porque después, desgraciadamente, ocurren los hechos que pensábamos que nunca nos iban a volver a pasar».