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Entrevista CLG

Bauso: “En el Mundial 78 pocas cosas aluden a la verdad histórica»


Por Ariel Gómez

En el mes de junio se cumplieron cuarenta años del acontecimiento deportivo más importante que acogió nuestro país y que tuvo al fútbol como protagonista: el Mundial 78. El torneo más importante del deporte más popular del mundo tuvo a Argentina como epicentro.

Convulsionado políticamente, con un gobierno de facto que dejaría una triste huella, nuestro país estuvo en el centro del mundo, tanto por lo deportivo, como también por las denuncias de violaciones a los Derechos Humanos.

¿El Mundial le sirvió a los militares para esconder lo que pasaba? ¿Es vedad que estaba prohibido criticar a Menotti? ¿Qué pasó con Carrascosa? Estas, y muchas más, son las preguntas que se realizó Matías Bauso, abogado, periodista y escritor, y que acaba de publicar 78. Historia oral del mundial, una magnífica obra de 861 páginas y editada por Sudamericana. “Cuando se jugó el Mundial era chico, tenía seis años, pero ya me gustaba mucho el fútbol y lo viví con mucha intensidad. Con el paso del tiempo mi valoración del campeonato fue cambiando y me pareció que faltaba un libro que contara todos los aspectos del mundial, no solo que se detuviera en lo político, sino también lo futbolístico y lo social”, cuenta el autor.

— ¿Qué cosas te sorprendieron durante la investigación?

— Principalmente que, al ser un evento popular y masivo relativamente reciente, está rodeado de mitos, falsificaciones, tergiversaciones, verdades aparentes y errores, y que dentro de lo que en el inconsciente colectivo se conoce de ese mundial, pocas cosas aluden a la verdad histórica. Se sacrificó demasiado de esa verdad en estos cuarenta años. Por ejemplo, el mayor mito es que los militares usaron el mundial para tapar los crímenes, y lo que se vio, de hecho, es que sucedió exactamente lo contrario. Gracias a las denuncias e intentos de boicot en Europa, todo el mundo, y lo digo de manera literal, se enteró de las violaciones de los Derechos Humanos en Argentina. Y eso ocurrió en el mundial, porque el fútbol tiene ese doble efecto paradójico; por un lado, es un gran enmascarador que tapa un montón de cosas; por otro, todo lo que toca, porque es el reino de la exageración y la hipérbole, lo multiplica exponencialmente.

A lo largo del libro, Bauso hace un recorrido desde la génesis del certamen argentino, con la designación como sede, pasando por los problemas varios de las obras, el recorrido que tuvo la conformación del plantel de la mano de César Menotti, el boicot en Europa y el propio desarrollo del torneo.

En 1964 Argentina compitió con México por albergar el certamen de 1970. Tras ser derrotado, y por el acuerdo tácito de la alternancia con Europa, dos años después nuestro país se aseguró la organización en 1978. Sin embargo la lentitud en el avance de las obras provocaron que la confirmación real llegara apenas tres años antes, en 1975. “En 1966 se lo confirmaron definitivamente. A partir de allí la organización pasó por las manos de ocho gobiernos de distinta legitimidad, democráticos y de facto, y de distintos signos políticos. Todos lo tomaron como prioridad y todos crearon sus comisiones organizadoras e intentaron organizarlos porque renunciar al mundial era una medida antipopular, ya que era un  viejo anhelo. Cuando el torneo se iba acercando a partir del año 70, ya se tomó  noción de que se realizaría el mundial en el país, y había que ponerse a hacer obras, que hasta el momento no se habían realizado. La FIFA empezó a reclamar esas obras y apenas terminado  el mundial 74 esa urgencia era más evidente. Entonces cada tres meses había una duda de que Argentina perdía la sede y una confirmación posterior, y una delegación posterior hacía promesas, mostraba maquetas, y se la reconfirmaba como sede. Todo el tiempo estaba peligrando la sede. La condición que de FIFA no negociaba era la televisión en color. Si no había se caía el negocio y Argentina no lo podría organizar”.

Matías Bauso también publicó Una épica de los últimos instantes (Sudamericana, 2010), que fue finalista del Premio La Nación – Sudamericana de Ensayo; Dante Panzeri. Dirigentes, decencia y wines (Sudamericana, 2013); y El deporte en el cine. Grandes partidos, jugadores y atletas de la pantalla (2018). También publicó investigaciones históricas sobre personajes populares (Aníbal Troilo, Florencio Parravicini, Luis Ángel Firpo, Juan Duarte) en la revista Todo es Historia. Escribió obras de teatro y guiones cinematográficos. Actualmente tiene a su cargo la crítica de libros de no ficción en la revista digital La Agenda.

En el medio de la organización, en Rosario comenzó una disputa entre Rosario Central y Newell’s Old Boys para que sus estadios sean designados para los partidos mundialistas. “Creo que la lucha entre los clubes para ser la subsede rosarina es el capítulo más divertido del libro. Allí se cruza todo el folclore del clásico rosarino, como también las miserias de la política y el sindicalismo argentino, que tenían mucho peso en la AFA en los años peronistas. Hay que tener en cuenta que el presidente era David Bracutto, médico de la UOM, y Paulino Niembro, el vice, también sindicalista. Mientras Bracutto, que había sido presidente de Huracán, hacía fuerza por Newells, Niembro lo hacía por Central”, y agrega que “el tema de las subsedes viene bien para entender que no todo fue de la Junta Militar, porque las ciudades se eligieron en el año 72, bajo el gobierno de Lanusse. Los estadios de cada ciudad se eligen en el 74, con el gobierno peronista, y se construyen y se terminan en la dictadura”.

— ¿Y qué pasó en el partido ante Perú?

— No tengo una respuesta definitiva. Para suscribir a la teoría de que no hubo nada raro, podemos decir que Perú era un equipo cansado, que había perdido los últimos dos partidos, que se estaba desmoronando y los jugadores se querían volver a su casa. En el ciclo de Menotti se le habían ganado los cinco partidos que disputaron. En marzo del 78, en Lima, a los 28’ del primer tiempo, Argentina le ganaba 3-0. En el mundial, a los 5’ Perú pegó un tiro en el palo y luego Oblitas tuvo un mano a mano que pasó al lado del poste. Además esa noche Argentina jugó de manera excepcional, y la defensa de Perú daba muchas ventajas. Todo eso es cierto. Pero también es verdad que la mamá de Ramón Quiroga, el arquero, vivía en Rosario; que Videla y Kissinger entraron al vestuario antes del partido, que los jugadores recibieron llamados extraños en la concentración en la previa. Las dos dictaduras se llevaban bien y la actuación de algunos líderes peruanos estuvo muy debajo de lo normal, sobre todo la de Cubillas y los dos centrales. Todos esos elementos conviven”.