Por Miguel Ángel Toma - Ex diputado de la Nación; ex secretario de Seguridad Interior y ex secretario de Inteligencia
El Peronismo Republicano intenta centralmente mostrar a la sociedad argentina el verdadero rostro del peronismo como movimiento político, recuperando su mejor tradición y los sucesivos procesos de actualización que lo han mantenido vigente a lo largo de su vasta historia, más allá de los intentos de tergiversar su identidad que se sucedieron en diversos momentos históricos y también hoy.
Pero lo señalado no se agota en una cuestión meramente testimonial, retórica o intelectual. Por el contrario, recuperando el proceso de la renovación de la década del ochenta, el encolumnamiento por detrás del gobierno de Carlos Menem en los noventa y la superación de la crisis de principios de siglo durante la gestión de Eduardo Duhalde, pretendemos proyectarlo en el siglo XXI como el instrumento de poder que revierta la decadencia y la regresión a la que nos llevan quienes hoy ejercen el poder que, dicho sea de paso, nada tienen de peronistas.
Reivindicamos la centralidad que tuvo el trabajo y la producción del primer peronismo, su inserción pragmática en el mundo y su vocación de justicia social. No se repartían planes, se creaba empleo. No se incrementaba la pobreza sino la movilidad social ascendente. No se restringía la educación sino que se la acercaba a los más humildes, al mismo tiempo que se modernizaba la industria y se desarrollaban tecnologías de punta para la época como la nuclear o la aeroespacial.
Reivindicamos el compromiso democrático de la Renovación Peronista que se puso al lado de Raúl Alfonsín y de su gobierno legítimo cuando un alzamiento militar pretendió retrotraernos al pasado dictatorial y que supo dirimir su liderazgo a través de un proceso interno de una transparencia inédita.
Reivindicamos el control de la inflación durante la década del noventa, el pleno funcionamiento de las instituciones, el realineamiento internacional con Occidente y la consolidación del Mercosur, que se inició durante el gobierno radical, pero se continuó durante el gobierno peronista, demostrando que es posible desarrollar políticas de Estado a través del tiempo y más allá de la circunstancialidad de un Gobierno.
También el proceso privatizador que aceleró la modernización de nuestra economía atrajo inversiones genuinas y por sobre todo consolidó definitivamente la democracia mediante la transferencia a manos privadas de los medios de comunicación. Así quedó sellada definitivamente la libertad de expresión en nuestra Patria.
Reivindicamos, finalmente, la superación de la crisis del año 2001, en tanto fue posible por la coherencia de un plan consistente, ejecutado por un equipo que hoy es reivindicado por la sociedad y por sobre todo por la valentía y la inteligencia de constituir un Gobierno de coalición entre las grandes fuerzas políticas.
Casi una coalición de naturaleza parlamentaria y con la participación en el Gabinete de hombres provenientes del radicalismo, lo que demostró en la práctica y no en la mera declamación, que el diálogo y la participación entre los distintos no solo es posible sino indispensable. Gran enseñanza respecto del futuro.
Somos todo eso y pretendemos ser mucho más. Reconocemos también muchos errores cometidos durante nuestra historia y estamos dispuestos a no cometerlos nuevamente. Estamos profundamente comprometidos con el funcionamiento de la democracia y de las instituciones de la república.
Hemos padecido en carne propia las desgracias a que se nos somete cuando ellas se pierden. Toda una generación de argentinos y de peronistas llevamos en nuestros cuerpos y nuestra mente la secuela de las violaciones de los derechos humanos. Por eso, nos repugna cuando esos derechos se silencian ante la tortura, la represión y el exilio ejercido por los aliados ideológicos del poder de turno y cuando callan frente a esas aberraciones las organizaciones colonizadas por la corrupción.
Ya lo dijimos, somos Occidente y debemos volver a él. El capitalismo es el modelo económico que se ha impuesto a nivel global, demostrando que los sistemas de planificación estatal absoluta solo llevan al hambre y a la masificación de las sociedades.
Somos el movimiento del empleo genuino y la producción y de la superación de la dádiva humillante del plan a través del trabajo que permite la realización plena del hombre y la construcción de su destino y el de la sociedad que habita. Nos repugna el clientelismo que surge de la manipulación de la pobreza y de los gerentes de la misma que se aprovechan de ella.
Hoy somos parte de una coalición opositora a la que nos incorporamos desde esta identidad, para evitar que de modificarse a favor del oficialismo la actual representación parlamentaria en la Cámara de Diputados avancemos hacia la noche oscura del autoritarismo y la decadencia como en Venezuela o Nicaragua. Pero nuestra vocación no es de naturaleza coyuntural.
Aspiramos a que el peronismo deje de ser bastardeado por quienes hoy ocupan nuestra casa y a construir, junto con las otras fuerzas políticas que comparten estos valores, un espacio en el cual definir un modelo de crecimiento y desarrollo económico al servicio del hombre, de su dignidad y libertad. Y discutir dentro del mismo el liderazgo de ese proceso.