Espectáculos

«Barbie»: autodescubrimiento, feminismo y humor en uno de los tanques del año


Una de las películas más esperadas del año cuenta con la dupla protagónica de Margot Robbie y Ryan Reynolds. Llega este jueves a las salas locales

Por Victoria Ojam – Télam

La reconocida realizadora Greta Gerwig retoma sus queridas narrativas de iniciación con un giro más adulto y de comedia en «Barbie», una de las películas más anticipadas del año que, con la brillante dupla protagónica de Margot Robbie y Ryan Reynolds, llega este jueves a las salas locales para llevar a la muñeca más famosa de la historia en un viaje de autodescubrimiento feminista.

Tras meses de un despliegue publicitario que hacía tiempo no se veía en la industria, y que lo vio asociado a compañías de todo el planeta para la creación de contenidos y productos especiales teñidos de rosa y glitter, el filme estrenará además en simultáneo al thriller biográfico «Oppenheimer», de Christopher Nolan, lo que propulsó una ola de entusiasmo internacional de cara a los estrenos.

Bautizada «Barbenheimer», la fecha -obra de marketing o del destino- se transformó en objeto de memes a diestra y siniestra y de las expectativas de las audiencias por el marcadísimo contraste tanto en su estética como en su temática: frente a la historia llena de dramatismo y opacidad sobre el «padre de la bomba atómica», la cinta que Gerwig escribió junto a su pareja, el también cineasta y guionista Noah Baumbach, se alzó como una alternativa humorística y de fantasía a la altura de su contraparte.

Gerwig, autora de «Lady Bird» (2017) y «Mujercitas» (2019) -que le valieron dos nominaciones al Oscar por Mejor guion y otra por Mejor dirección-, se hizo cargo del proyecto luego de unos cuantos intentos previos por llevarlo adelante, en los que desfilaron otros tentativos artistas detrás y frente a las cámaras.

Con la clara búsqueda de hacerse un lugar propio en el terreno de los grandes estudios, se aseguró la oportunidad y supo manufacturar bajo el paraguas de Warner Bros. Pictures un relato y un compendio de puestas en escena repletas de recursos y detalles y con los toques justos de emotividad e ilusión.

En 1959, Barbie (o Barbara Millicent Roberts, su nombre completo) irrumpió en las góndolas estadounidenses y rápidamente lo cambió todo. Los bebés de plástico o porcelana, que limitaban a las pequeñas consumidoras a jugar haciendo las veces de madres, perdieron ventaja frente a estas figuritas estilizadas, vestidas a la moda y que, por primera vez de forma masiva, les permitían imaginarse a sí mismas como algo más que cuidadoras y cambiadoras de pañales.

Gimnasta, física, doctora, bailarina, abogada, escritora o presidente: las posibilidades que ofrecía la invención de Ruth Handler fueron multiplicándose, afianzándola como un éxito rotundo del mercado que, sin embargo, no estuvo exento de críticas por considerarla una clara mala influencia en relación a la diversidad corporal y a los estándares de belleza hegemónicos.

Ese halo de contradicciones que provoca en el marco de los debates alrededor de los feminismos es lo que da rienda suelta a esta primera adaptación cinematográfica en carne y hueso de la muñeca (que ya tiene más de cuarenta títulos animados en su franquicia infantil), ambientada en Barbie Land, la colorida y alegre tierra en la que la protagonista (Robbie) -junto a su eterno amigovio Ken (Gosling) y las muchas versiones de ambos- pasa los días creyendo que había conseguido con su mera existencia la equidad entre niñas y niños, y por ende entre mujeres y varones, en el mundo real.

Pero cuando sus pies, siempre en puntitas, tocan el suelo y la perfección de su rutina se descontrola, Barbie sospecha que algo anda mal, y pronto descubre que la tristeza y los pensamientos negativos de su dueña son el motivo detrás de estas fallas en el tejido espacial que, sin mucha lógica ni necesidad de explicaciones, las separa. Ahora, la única opción que tiene para que todo vuelva a ser como antes es peregrinar hacia nuestra realidad para encontrar y reparar el origen de los defectos.

Sin profesión particular y absolutamente estereotípica -alta, delgada, rubia y de ojos celestes-, todo lo que creía será puesto en cuestión a lo largo de un camino de aprendizaje sobre su significado como ícono y referente y sobre el patriarcado, con reflejo tanto en los puestos de poder del rubro empresarial como en los penosos «piropos» callejeros; todo parte de un cóctel de ingenuidad, crecimiento, chistes agudos y un ejercicio de producción atractivo, dinámico y difícil de resistir.

Gerwig da en la tecla con esta mirada original de la temática, traccionada por las aventuras casi existenciales de una simpática y simple Barbie, en busca de recuperar de una manera amigable y con un alcance potencial ampliado la bandera primigenia de este movimiento que apoya públicamente, y que se sintetiza en la igualdad entre géneros en todas sus expresiones sociales. Se trata de un núcleo contemporáneo que, a la vez, apela a la cultura pop, a la exageración, al ritmo vertiginoso de estos tiempos y a la nostalgia de generaciones y generaciones enteras.

Y para mayor capacidad de captación, el filme tendrá su debut mundial con una marquesina de figuras que acompañan a los muy bien logrados papeles de Margot Robbie y Ryan Reynolds, como America Ferrera, Rhea Perlman, Will Ferrell, Michael Cera, Issa Rae y Simu Liu, con apariciones de John Cena y la cantante Dua Lipa como los modelos sireno y sirena de la marca y la ganadora del Oscar Helen Mirren como la narradora de la trama.

Kate McKinnon, Emma Mackey, Nicola Coughlan, Emerald Fennell y Kingsley Ben-Adir completan el elenco de esta película que, con bombos y platillos y el impacto visual como anzuelo, desembarca con fuerza para poner su importante granito de arena en la convocatoria a las salas en épocas en las que el consumo tradicional busca recuperar su atractivo frente al nuevo dominio del streaming.