La alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michele Bachelet, completó este viernes con una agotadora agenda su crucial misión en Venezuela, donde recibió informes de distintos grupos políticos y sociales sobre la situación humanitaria en la que se desenvuelve el convulsionado país latinoamericano.
Toda Venezuela esperaba con gran expectativa el contacto que Bachelet prometió tener con la prensa antes de despedirse de Caracas, probablemente cerca de las 23 de Argentina, cuando se cree que la ex presidenta de Chile dará un informe con conclusiones finales de su visita.
Durante la jornada, Bachelet tuvo un encuentro con Juan Guaidó, proclamado presidente interino interino del país por la Asamblea nacional (AN, parlamento), dominada por el antichavismo, con el jefe de la Asamblea Constituyente, Diosdado Cabello, una de las más influyentes figuras en el gobierno de Nicolás Maduro, y con autoridades de la Iglesia católica.
En la agenda de Bachelet estaba incluida una reunión con el presidente Maduro, pero hasta entrada la noche en Caracas la realización del encuentro no había sido confirmada.
Ayer, Bachelet reunió informes de organizaciones sociales que exigen la liberación de cientos de «presos políticos» y escuchó a familiares de personas detenidas por razones por conciencia.
Varias grupos llamaron hoy a movilizaciones para amplificar las denuncias contra el gobierno de Maduro.
En una de ellas, frente a las oficinas del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud), un grupo de personas se reunió para cantar consignas en las que Maduro fue comparado con el dictador Augusto Pinochet, quien gobernó en Chile 1973 y 1990, al mando de una aparato represivo del que Bachelet fue víctima de torturas.
«Doctora Bachelet, Maduro es Pinochet», corearon los manifestantes, informó el portal Efecto Cocuyo.
La reunión con Cabello se llevó a cabo en la sede de la cancillería, sin que se difundiera información oficial sobre el contenido de esa charla.
La visita a Venezuela de Bachelet implica un reconocimiento de la «emergencia humanitaria» que vive el país y un refuerzo a la lucha por la liberación de los «presos políticos», dijo Guaidó tras su reunión con la alta comisionada en la sede de la Asamblea Nacional.
Tras la conversación, Guaidó dijo que Bachelet insistió con la liberación de los «presos políticos» y se interesó por todas las violaciones a los derechos humanos que su sector político le atribuye al gobierno del presidente Nicolás Maduro.
Luego fue el turno de un encuentro con las autoridades de la Conferencia Episcopal de Venezuela, ocasión en la que los obispos le entregaron a Bachelet un informe de ocho puntos sobre la situación en el país.
La salida para la crisis de gobernabilidad en Venezuela es «la elección de un nuevo presidente», declaró la Conferencia Episcopal.
«Acudimos a usted para que intervenga en la restitución de los derechos electorales, políticos y económicos de la población, que permita a los venezolanos vivir en libertad, dignidad y progreso; que se busque la solución de fondo a la crisis de gobernabilidad a través de elecciones libres y transparentes», señala el documento de los obispos venezolanos, enfrentados desde hace un tiempo con Maduro.
Bachelet llegó a Caracas invitada por el gobierno de Maduro, después de largas tratativas por la conformación de su agenda.
La misión Bachelet se llevó a cabo en medio de una convulsión institucional, política, social, económica y humanitaria que cruza a toda Venezuela, con altos índices de inflación, desabastecimiento de productos básicos y un éxodo de millones de personas que decidieron alejarse de la crisis.
Maduro asumió en enero pasado el segundo mandato de su presidencia, después de unas elecciones consideradas fraudulentas por el antichavismo. En ese contexto, Guaidó se proclamó presidente interino por encargo de la Asamblea Nacional con el apoyo de 50 países liderados por Estados Unidos.