Un alto estrés hídrico afecta a 25 países que albergan a una cuarta parte de la población mundial. México, Centroamérica, el cordón cordillerano y Uruguay, la sorpresa, se destacan
Al menos el 50 por ciento de la población mundial, unas 4.000 millones de personas, padece actualmente gran escasez de agua durante al menos un mes al año.
Regiones que en otros tiempos eran ricas en el recurso, como es el cercano caso de Uruguay, que se consideraba parte de una cuenca hidrográfica, en este momento enfrentan sequía, según datos del Aqueduct Water Risk Atlas del World Resources Institute.
Los expertos avizoran un futuro peor, ya que para 2050 se espera que 1.000 millones de personas adicionales vivan con un estrés hídrico extremadamente alto.
En la vecina orilla vienen de un año en el que el agua de la canilla, en Montevideo y los departamentos limítrofes, tuvo tal cantidad de sodio y de cloro que obligaron a las autoridades a subir los máximos permitidos para el agua potable. La reacción de la ciudadana fue acudir masivamente al agua envasada.
Unos 25 países, que albergan a una cuarta parte de la población mundial, enfrentan cada año un estrés hídrico extremadamente alto, y consumen regularmente casi todo su suministro de agua disponible.
El director regional y representante del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP) para América Latina y el Caribe, Juan Carlos Bello, detalló que “México está pasando por una crisis de agua gravísima. En Centroamérica, está todo el corredor seco, e incluso muchas personas, sobre todo de las zonas rurales, están teniendo que migrar. Y, fundamentalmente, no es solo por la temperatura, sino por la falta de agua. No pueden cultivar, no tienen acceso a agua potable, a nada”.
Otros ejemplos son algunos países de Los Andes, como Perú, y países del Cono Sur, como Chile, Argentina.
Sin embargo, uno de los casos más dramáticos es la Amazonía brasileña, una de las regiones más ricas en agua a nivel mundial, que enfrenta en algunas partes un proceso de desertificación demasiado grave. Los paisajes se ven desérticos.
Distancia entre fuentes y consumo
Como más de 85 % de la población de América Latina vive en ciudades, hay concentración demográfica donde muchas veces no están los recursos hídricos. O sea, bastantes países donde la capital se encuentra en masiva sequía, pero al norte, al sur, etcétera puede haber incluso inundaciones.
Aunque ocurre en varias áreas de la región, uno de los ejemplos es Perú, donde todo el desarrollo agrícola y poblacional está en las zonas de la costa, que son zonas secas y tienes otras, más hacia los Andes y hacia el Amazonas, que son muy ricas en agua.
La población creció y las industrias cada vez producen más, lo que genera un mayor consumo de agua.
Triple crisis
En declaraciones a La Voz de las Américas, Bello dijo que «el mundo está enfrentado una triple crisis ambiental, a nivel planetario, como resultado de la crisis climática, de pérdida de biodiversidad y de la contaminación».
Se juntan una trayectoria de calentamiento global que transforma todos los procesos climáticos del planeta, lo que se traduce en eventos extremos que se suman a fenómenos como El Niño y La Niña, en periodos muy cortos, y en donde “las sequías cada vez son más intensas y los periodos de lluvia son mucho más intensos”, con una pérdida y transformación de los ecosistemas naturales, un gasto indiscriminado por parte de los seres humanos y sus actividades económicas y productivas.
El derroche de un recurso que se consideraba abundante hoy representa un escollo para la toma de conciencia colectiva sobre la necesidad de cuidar.
En casos de racionamiento, el gasto máximo debería ser de unos 30 litros de agua, pero lo normal podría llevar el consumo hasta de 100 litros de agua.
Lo normal para una familia conformada por tres o cuatro miembros sería un tope de 15 metros cúbicos de agua, que equivalen a bañarse, cocinar y el aseo común.
De todos modos, se establecen límites, como por ejemplo no superar un máximo entre tres y cinco minutos para ducharse, cepillarse los dientes con un vaso de agua y mantener cerrada la llave durante el proceso, que no corra el agua en el lavaplatos mientras se enjabona la loza y demás utensilios y, al enjuagar, no abrir la llave al máximo, sino lo necesario.
A la vez, efectuar lavados de ropa entre uno y dos días a la semana, con el cupo del electrodoméstico al máximo.
Asimismo, revisar posibles escapes o fugas en el hogar y que las empresas distribuidoras apliquen iniciativas de ahorro del vital elemento.