Una ola de calor está agravando la situación de los focos ígneos
Una ola de calor está agravando la situación de los focos ígneos
Las autoridades de Australia declararon este jueves el estado de emergencia en el este del país ante una ola de calor que alcanzó máximas históricas y está agravando los incendios forestales que arden desde noviembre, mientras aumentan las protestas contra la política climática del Gobierno.
Con temperaturas por encima de 40 grados, la jefe de Gobierno del estado de Nueva Gales del Sur, Gladys Berejiklian, declaró el estado de emergencia en su jurisdicción en los próximos siete días, informó EFE. «Nuestra mayor preocupación para los próximos días es la imprevisibilidad de las condiciones meteorológicas», dijo en una rueda de prensa en Sídney, en la que mencionó las condiciones de viento y calor «extremos» para justificar la medida.
El estado de emergencia, que permite a los bomberos cerrar carreteras u ordenar evacuaciones, es el segundo que se declara desde noviembre en Nueva Gales del Sur, la región más afectada por los incendios y por una de las peores sequías en el país.
En este estado, donde el último año el fuego causó 6 muertos y quemó más de 800 casas y casi tres millones de hectáreas, permanecen activos 97 focos, de los cuales medio centenar están fuera de control, incluidos dos en la periferia del área metropolitana de Sídney.
Uno de ellos arde en Green Wattle Creek, donde al menos tres bomberos resultaron heridos tras verse envueltos por las llamas y una cuarentena de casas quedaron calcinadas, informaron Berejiklian y el comisionado del Servicio Rural de Bomberos estatal, Shane Fitzsimmons.
La ola de calor, que el miércoles disparó la temperatura media nacional a 41,9 grados -la máxima histórica registrada en el país-, también puso el alerta a las autoridades del estado nororiental de Queensland, el de Australia del Sur y el Territorio de la Capital Australiana, que incluye Canberra.
Los incendios generaron además una nube de humo que desde hace semanas afecta a diversas ciudades del sureste del país, entre ellas Sídney, donde en algunos casos la contaminación superó en más de diez veces el nivel de «peligrosidad».
Esto llevó a más de una veintena de organizaciones de médicos australianos a emitir el lunes un comunicado conjunto en el que se calificaba como una «emergencia sanitaria» la contaminación atmosférica en Nueva Gales del Sur y se llamaba al primer ministro, Scott Morrison, a afrontar el problema.
El mandatario fue objeto de las protestas de miles de ciudadanos que en las últimas semanas reclamaron al Gobierno del mayor exportador de carbón del mundo que adopte medidas para una transición urgente hacia las energías renovables y una estrategia nacional contra los incendios.