Ya pasó una semana del histórico primer implante de chip, pero el hermetismo sobre el estado del paciente es total
El multimillonario Elon Musk y su compañía Neuralink han dado un paso gigante en el desarrollo de la tecnología de interfaz cerebro-máquina. El primer implante cerebral de Neuralink en un ser humano ya es una realidad.
Telepathy, así se llama el chip, está diseñado para restaurar funciones cerebrales en personas que han perdido el uso de sus extremidades debido a un infarto, esclerosis lateral amiotrófica (ELA) o otras condiciones. El implante funciona al «leer» la actividad cerebral y traducirla en órdenes que controlan dispositivos externos.
Neuralink aspira a ir más allá, permitiendo la transmisión de información en ambas direcciones: del cerebro hacia el exterior y viceversa. Esto significa que, en un futuro, las personas podrían controlar dispositivos con solo pensar e incluso «comunicarse más rápido que un veloz mecanógrafo», como mencionó Musk en referencia a Stephen Hawking.
Los primeros en beneficiarse de Telepathy serán personas con tetraplejia o paraplejia. El objetivo es devolverles la capacidad de interactuar con el mundo a través del control mental de teléfonos, computadoras, prótesis robóticas y otros dispositivos.
Un punto de inicio y un futuro con muchos interrogantes
En 2021, Neuralink ya había mostrado avances al implantar un chip en un mono que podía jugar un videojuego con su mente. Se espera que Telepathy siga evolucionando y se extienda a otras áreas como la restauración de la visión y el tratamiento de enfermedades neurológicas.
El desarrollo de la tecnología de Neuralink abre un mundo de posibilidades para mejorar la calidad de vida de millones de personas. El futuro de la interacción humano-máquina está cada vez más cerca.
Aún queda mucho por descubrir sobre Telepathy, como su funcionamiento técnico preciso, los efectos a largo plazo del implante y su accesibilidad para el público en general. Sin duda, este hito en la neurotecnología genera gran expectación y abre un debate sobre las implicaciones éticas y sociales de esta tecnología disruptiva.
Un objetivo claro y pacientes bien definidos
El objetivo de Neuralink es enfocarse en los tetrapléjicos con lesiones en la columna o personas que sufren desde al menos un año de esclerosis lateral amiotrófica ELA). Los elegidos para las primeras pruebas debían ser mayores de 22 años y contar de manera continua con un enfermero o guardia.
Los pacientes fueron recompensados con apoyos económicos para transportarse a los sitios donde se realizarían las pruebas clínicas en los 18 meses de la primera etapa.
La gran recompensa, claro está, es un cambio radical en sus vidas si el chip implantado en la parte del cerebro que controla la intención de movimiento tiene éxito. El secreto de ese éxito está en el semiconductor que registra la actividad neuronal a través de 1024 electrodos distribuidos en 64 cables, cada uno más delgado que un cabello humano.
Sin novedades del paciente cero
Ya a pasado más de una semana desde el pasado lunes 29 de enero y aún no hay ninguna actualización sobre el estado del salud del paciente que recibió el primer implante cerebral de la historia.
El hermetismo sobre su evolución fue total desde el primer minuto. Una vez terminada la histórica intervención, Elon Musk se limitó a decir en un comunicado que voluntario “evoluciona favorablemente”, pero eso fue todo. Y no hubo actualización de su parte médico desde entonces.