Gustavo Litmanovich, que reside hace más de 30 años en Israel, relató desde el país asiático cómo se vive el proceso de liberación
A pesar de que el acuerdo de paz había sido anunciado días atrás, la incertidumbre continuaba presente entre la población israelí. “Siempre los acuerdos son frágiles, hasta que no están los secuestrados en nuestras manos, siempre está esa tensión”, contó Gustavo Litmanovich en diálogo con LT3 desde Israel.
Con el correr de las horas comenzaron a difundirse imágenes y videos de los rehenes reencontrándose con sus familias, escenas cargadas de emoción y alivio. Sin embargo, el alivio convive con el dolor: aún quedan 28 cuerpos en Gaza de personas que no sobrevivieron. “La cuenta se fue achicando con los que regresaron vivos, los que regresaron muertos y los que todavía quedan”, explicó Litmanovich, reflejando la complejidad emocional de un país que celebra el regreso de algunos seres queridos mientras enfrenta la pérdida de otros.
“Para muchas familias no fue una sorpresa saber que sus seres queridos ya no estaban vivos, pero la incertidumbre sobre el destino de los cuerpos es desgarradora”, sostuvo. “Los secuestrados que regresan no solo enfrentan el trauma físico, sino también un daño psicológico difícil de comprender para quienes no lo vivieron”.
Uno de los puntos más debatidos en Israel es el cambio de postura del primer ministro Benjamin Netanyahu, quien durante años se mostró inflexible ante la posibilidad de negociar con grupos terroristas. Sin embargo, la liberación de los rehenes implicó un diálogo con Hamas. “Hubo una presión interna muy fuerte, un gran movimiento dentro de la sociedad israelí que pidió la liberación de los rehenes”, explicó el argentino.
Litmanovich destacó además el papel determinante del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien logró reunir a actores internacionales clave —como Qatar, Turquía y Arabia Saudita— para presionar a Hamas. “Trump lo puso en una situación, tanto a Netanyahu como a Hamas, de aceptar o quedarse solo”, señaló, subrayando la complejidad diplomática del proceso.
En otro tramo de la charla, el argentino describió las condiciones en las que los secuestrados fueron mantenidos: “Revela la dureza y la crueldad de los secuestradores. En algunos casos, los rehenes estuvieron aislados, bajo tierra, encadenados durante más de dos años”.
Citó el caso de Yair, un argentino que fue liberado luego de más de un año y medio de cautiverio, pero cuyo hermano, Eitan, continúa atrapado en un túnel. “El sentido de culpa de este chico es indescriptible”, contó Gustavo, conmovido.
Finalmente, advirtió que, tras el acuerdo, volverán a fluir millones de dólares desde Europa hacia Gaza, pero alertó: “El simple envío de dinero no garantiza resultados positivos si no existe supervisión internacional ni voluntad de transformar las estructuras políticas y sociales dentro de la Franja”.
