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Editorial

Argentina dio vergüenza


Es triste. No lo queremos reconocer, no nos vemos identificados en ellos, pero tienen nuestros colores y nos están representando ante todo el mundo. ¿Messi?, ¿Mascherano?, ¿Caballero?, no… no. Los hinchas.

Mientras se hacen virales los videos de los hinchas senegaleses o los japoneses juntando la basura de las tribunas una vez finalizados sus partidos, con la misma y feroz viralidad se difundieron las imágenes de un argentino burlándose pervertidamente de una adolescente rusa, haciéndola decir obscenidades en un idioma que ella no entendía.

Cuando pensábamos que no se podía caer más bajo, recordamos que en nuestro fútbol argentino convivimos diariamente con energúmenos que enarbolan la violencia bajo el concepto de “defender los colores”, y nuevamente las redes sociales entraron en juego para mostrarnos a nosotros, a 14 mil kilómetros de distancia, y a todo el mundo, la mayor vergüenza argentina.

En una escena de veintitrés segundos, subida por una cuenta de Twitter española, se ven las imágenes de no menos de seis argentinos, vestidos con camisetas de la Selección, de San Lorenzo y de Platense, golpeando tan salvaje como cobardemente a un hincha croata, que terminó en el piso teniendo que ser asistido por una mujer que se apiadó del europeo.

El histórico problema de fomentar “la cultura del aguante” termina derivando en esto. Aplaudir cuando un grupo de 30 argentinos irrumpe en un espacio público de otro país a gritar como si no hubiera un mañana, el ser hincha de los hinchas, el tan distorsionado concepto de “folclore”.

La peor imagen que la Argentina podía dar al mundo está muy lejos de ser la futbolística, porque si dentro de la cancha recibimos tres goles, afuera de la misma no merecimos ni haber clasificado.