Desde mediados del año pasado, el FMI le desembolsó en el país alrededor de USD 45.000 millones, es decir, el 80% del stand by de USD 57.000 millones acordado. Asimismo, si se cumplen los objetivos fiscales –hecho que descontamos- el organismo multilateral le girará USD 5.500 millones a nuestro país antes de fin de año. En consecuencia, se habrá transferido casi el 90% del préstamo, por lo que será momento de empezar a pensar en su repago.
Entre 2022 y 2023, nuestro país debería devolverle al FMI más de USD 46.000 millones de capital e intereses, lo que implica 5% del PBI de cada año. Si a esto le sumamos el calendario de pagos de bonos para esos años, el monto casi se duplica. En consecuencia, el Estado Nacional enfrentaría vencimientos cercanos a un décimo del PBI. Si bien la situación actual cercana al equilibrio primario del Sector Público Nacional reduce las necesidades de contraer nuevos compromisos, tampoco le alcanzará para generar superávits de semejante magnitud como para afrontar estos compromisos. Por lo tanto, una parte importante de los pasivos deberá ser refinanciada.
En este punto, vale remarcar que la mayoría de los mismos está nominado en moneda extranjera. De esta forma, si el Estado Nacional no consigue esos dólares posiblemente deba comprarlos en el mercado local, sumando así un factor de presión adicional al tipo de cambio. Para reabrir el acceso al financiamiento privado no bastará solo con hacer las “cosas bien”: el errático contexto internacional nos podrá ayudar o dificultar. Ahora bien, suponiendo que esto no es un problema –lo que es probable- y nos permite cancelar los vencimientos extra FMI, todavía restaría ver cómo repagarle al organismo multilateral.
Para ello, el propio Fondo posee una modalidad: el Servicio Ampliado de Fondos (o Extended Fund Facility, EFF por sus siglas en inglés). El mismo se arregla con países que poseen problemas de balanza de pagos, es decir, una insuficiencia de moneda extranjera, tal como le sucede a la Argentina, y se focaliza en resolver la incapacidad del país para generar divisas netas y del Sector Público para comprarlas. Además, si bien aporta fondos usualmente menores a los stand by lo hace por un tiempo más prolongado (cuatro años) y con mayor plazo de repago (hasta diez años después de concretado el desembolso). Por esta razón, los giros están supeditados al cumplimiento de criterios cuantitativos, como ser las metas fiscales, pero también a la aplicación ciertas políticas (benchmarks estructurales) que contribuyan a estabilizar la macroeconomía.
Considerando la situación actual de nuestro país, es probable que el próximo presidente electo tenga que avanzar en este esquema. Es tiempo entonces de ver cómo les fue a los países que requirieron un EFF, para adelantar qué podría pasarle a la Argentina en el corto plazo.
El mundo y el FMI: crecimiento económico con desigualdad
Desde 2002 a la fecha, el FMI firmó 31 EFFs. El mayor de ellos fue con Grecia, en 2012 y por un monto de USD 33.000 millones (luego de un Stand-By de USD 37.000 millones), en un paquete conjunto con el Banco Central Europeo y la Comisión Económica Europea que superaba los USD 250.000 millones. Asimismo, los más recientes fueron con Ecuador y Pakistán (en marzo y julio de 2019, respectivamente) donde se establecieron reformas del sistema tributario, el régimen cambiario, la regulación del Banco Central, las legislaciones laborales y hasta programas de inclusión educativa y financiera para las mujeres. Como se observa, el plan promueve cambios a lo largo de casi todo el sistema económico y social y abarca más áreas que el stand by.
Como primer punto, cabe destacar que el EFF no es tan exigente en el plano fiscal como lo es el stand by, o bien que, dado que los países que acceden a este préstamo ya estaban bajo un stand by, sus necesidades de equilibrar las cuentas públicas no son tan apremiantes. Por lo tanto, la performance de crecimiento del PBI bajo los EFF es positiva. En este sentido, el ejemplo más exitoso fue Serbia, que entre el año del acuerdo y los tres posteriores creció a una tasa promedio de casi el 8% anual. Asimismo, en promedio, los países que firmaron un EFF avanzaron cerca de 3% anual en los años que siguieron al acuerdo. Sin embargo, no todos los casos fueron exitosos. Por ejemplo, en Grecia y Portugal –países con importantes historias de estados benefactores, algo similar a lo que sucede en nuestro país- la recesión se profundizó con el programa.