Política y Economía

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Apuntes sobre el G20: la fiesta a la que nunca te van a invitar


Por Martín Fiódor El 25 de mayo de 1910 el gobierno argentino se dispuso a celebrar el centenario de la Revolución de Mayo, considerado como hito fundante de la Argentina como país. El festejo fue lujoso y contó con la presencia de muchas celebridades de renombre internacional. El gobierno se disponía a dar una imagen de progreso y prosperidad que en ese momento era evidente para los sectores más concentrados de la economía, muy favorecidos por el modelo agroexportador. La suntuosidad de los festejos contrastaba con el clima de conflictividad social con el que se vivía, fruto de las enormes desigualdades que generaba el modelo económico mencionado, defendido a puño y fuego por el gobierno. Mientras que un grupo muy concentrado gozaba de una riqueza fenomenal, la mayoría de la población vivía en condiciones de miseria. Así y todo, para orgullo de la casta gobernante, los festejos se realizaron igual. Unos 118 años después Argentina organiza la cumbre del G20, e increíblemente la historia parece repetirse. El presidente Mauricio Macri llora de emoción y orgullo luego del cierre de una gala en el fastuoso Teatro Colón, acompañado de los líderes de las naciones más poderosas del mundo. Afuera, los mecanismos de control y seguridad se encargan de que nada perturbe la normalidad del encuentro. La ministra local encargada de dicha tarea, Patricia Bullrich, sugiere días antes a los ciudadanos que directamente abandonen la ciudad. En consonancia, se registran casos de policías “instando” a que gente en situación de calle se aleje de la zona de control en aras de mantener la belleza de la ciudad en tan magno evento. Fuera de la zona de control, debajo de la alfombra, hay un país que se desangra. La inflación en el país va ser la más alta en lo que va del siglo XXI, se ha tomado en tres años más deuda externa que en los últimos 20, el dólar se devaluó de forma también histórica y, en consonancia, crecen sin freno el desempleo y la pobreza, esta última perforando el ya elevado piso del 30% anunciado por el propio gobierno cuando asumió. Mientras tanto, en otros medios se habla “del look de las primeras damas” en una reunión claramente secundaria y de protocolo, cuyo único propósito pareciera ser el de darle material a los programas de chimentos. Solo van las “mujeres de” a los fines de reproducir los estereotipos que ubican a la mujer en el lugar de dama de compañía. Hecho confirmado cuando uno ve que los hombres con los que están casados Angela Merkel (Joachim Sauer) y Theresa May (Philip May) no aparecieron en la cumbre de terciopelo. “Habrán tenido cosas más importantes que hacer…”. Pero el G20 no sólo nos dejó una estela de conservadurismo machista. En el plano concreto de la geopolítica internacional parece que se cocinaron algunas cuestiones también importantes. La guerra comercial entre China y EE.UU. podría encontrar un impasse, lo que permitiría volver a encarrilar la economía mundial a sus destinos habituales. Esto le daría también cierto aire al presidente Macri que, sin duda, necesita que desde afuera le tiren un hueso que le permita dar continuidad a un proyecto político que va entrar a su año electoral clave decididamente desgastado. Para eso, la reunión con Trump habría sido clave. Se habla de un monto muy considerable de dinero para engrosar las inversiones en el plano de los Contratos de Participación Público-Privada (PPP) que sirven fundamentalmente para financiar obras públicas. Del Mercosur mejor ni hablar. Sepultada la Unasur y optando por mecanismos de negociación bilaterales, hoy el gobierno argentino ha dejado en claro que el Mercosur solo le importa en la medida que sirva para negociar con la Unión Europea. En ese sentido Macron aseguró que no habrá acuerdo entre la UE y el Mercosur hasta que Brasil (Bolsonaro más bien) no firme el Acuerdo de París que busca suprimir la emisión de gases de efecto invernadero. De Brasil dependemos y a sus hombros nos subimos. Peso propio de Argentina en este tema: ninguno. Esta modalidad de negociación bilateral optada por el gobierno, naturalmente pone a la Argentina en una situación de poder desventajosa. Negociar de a uno con las potencias en este contexto es negociar pidiendo por favor. Posiblemente Macri no desconozca esto pero así y todo, y para conveniencia de las grandes potencias, eso es lo que hace. Llora de alegría por la satisfacción de ser el anfitrión perfecto, y pareciera que con eso le basta. Tal vez este G20 sea una de las tantas metáforas perfectas de este país: nosotros ponemos la casa, la fiesta la disfrutan los de afuera. Pasaron 118 años de los festejos del centenario y la verdad, parece que no cambió nada.]]>