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Ante la falta de trabajo comenzó a hacer pizzetas, sumó a sus compañeras y son un éxito


Gabi es una rosarina, que frente a la necesidad de tener su casa propia y sostener a su familia, comenzó con un emprendimiento. Sin embargo, también pensó en sus vecinas y lo volvió colectivo. “De a poco, sea lo que sea, pero que sea para todas”, dijo a EQC Mujer

Por Gina Verona Muzzio

Como muchas otras personas en el marco de la crisis económica agravada por la pandemia, Gabi, una vecina de bario Empalme Graneros, se encuentra sin trabajo formal, con una familia a cargo y deudas que afrontar. Ante la necesidad y las dificultades, decidió comenzar un emprendimiento de venta de pizzetas. Las primeras experiencias fueron exitosas y decidió apostar a lo colectivo, sumando también a sus compañeras y vecinas.

Según contó a EQC Mujer, los conocimientos y la receta para las deliciosas pizzetas, la obtuvo mientras colaboraba en un curso en el Centro Comunitario Olvarría, donde trabaja activamente en la copa de leche y otras actividades que sostienen ese espacio clave para los vecinos de Empalme.

“El año pasado fui colaboradora de un curso en el Centro Comunitario, ayudaba con el agua, con la limpieza. Un día vino un maestro panadero y enseñó cómo hacer pizza. Yo nunca había hecho de esa manera”, comenzó a contar Gabi.

Y agregó: “Tiempo después me animé a hacerlo para una de las chicas que tenía un cumpleaños. Me pidió pizzetas. Me dijo que a todos les gustaron y me pidió que le hiciera más, para guardarlas y comerlas después. Eso fue el año pasado”.

Este año, Gabi se encuentra pagando las cuotas de su vivienda y ante la desesperación que le generó la difícil situación económica, retomó el emprendimiento. “Tengo que pagar unas deudas, estoy pagando mi casa. Necesitaba moverme y hacer algo para conseguir más dinero. No tengo trabajo formal”, explicó.

Con la ayuda de algunas amigas para tomar pedidos y difundir los flyers, Gabi tomó pedidos durante dos semanas y a la tercera, cocinó y repartió. “El mes pasado hice treinta docenas. La semana que viene voy a volver a hacer. La idea es hacer una vez por mes”, aclaró.

“Después de esa primera vez, me di cuenta que era mucha cantidad. Me sentí un poco egoísta e invité a mis compañeras del Centro Comunitario a ser parte del proyecto. Me dijeron que sí y ese mismo día que nos pusimos a cocinar, la gente sentía el olor a pizza, venía y le vendíamos, entonces teníamos que seguir haciendo. Me dio mucho gusto que mis compañeras y yo estemos trabajando y llevando dinero a nuestras casas. De a poco, sea lo que sea, pero que sea para todas”, detalló la mujer.

En cuanto a la logística, contó que se dividen muy bien las tareas. Algunas hacen los flyers, otras anotan los pedidos, una se encarga del horno. “Estamos muy acostumbradas a trabajar en la cocina y en equipo”, dijo.

Además de generar una fuente de ingresos para las vecinas, Gabi contó que también se convierte en un espacio de contención entre ellas. “Una de las chicas estaba pasando por una situación extrema, de violencia de género y está fue una manera de poder salir de su casa y trabajar, no aislarse”, contó.

El proyecto tiene intenciones de seguir expandiéndose, ya que las mujeres tienen la intención de distribuirlas en algunos negocios. Además, Gabi estuvo tomando cursos en el Instituto del Alimento y espera en breve poder tomar cursos para emprendedores de la Municipalidad, que este año no pudo por la falta de acceso a una conexión de internet.

A la grave situación que se vive en todo el país por la pandemia y las condiciones económicas adversas, en los barrios se suman también otras carencias. Sin embargo, este grupo de mujeres hace frente a la adversidad e intenta salir adelante de a poquito y emprendiendo.