El cantante argentino, hoy radicado en Madrid, está de festejo. "Hoy, el rock es una institución prestigiosa, que sigue inspirando a miles de personas", afirmó
Por Gabriel Sánchez Sorondo – Télam
El rockero argentino Andrés Calamaro celebra este domingo sus 60 años de una vida en la que ha hecho aportes trascendentes a la música popular iberoamericana, toda una tarea por la que en comunicación con Télam desde Madrid elige presentarse como «músico y caballero».
Agudo y sutilmente polémico, el autor y cantante considera que «hoy, el rock es una institución prestigiosa, que eventualmente llena teatros y estadios, que sigue inspirando a miles de personas, que nos importa y nos encanta».
«El rock es una tendencia amplia… quizás el rock sea una forma de rock´n roll liberado de ser rhythm and blues», abunda Calamaro del otro lado del Atlántico.
—No todos saben que participaste de Raíces, banda argentino-uruguaya de los ´70 que fusionaba candombe, rock, funk. ¿Cómo recordás esos días y esa música?
—Eran años complicados en Argentina; la misma noche de la firma del contrato discográfico (mi firma era simbólica puesto que yo era menor de edad con 16 años), nos detuvo la policía de Toxicomanía, de civil y armados. Mi mentor (hermano mayor y maestro) fue Beto Satragni, todo el conjunto era estudioso e interesante, músicos de jazz y de candombe, clave rioplatense y funk. Raíces estaba fuera de mis posibilidades, yo era un aspirante a músico del rock y me faltaban hervores para tocar «candombe con jazz chops». Fue una experiencia vital, sin plan B, una experiencia musical y personal muy interesante en mis días de estudiante secundario. Una formidable influencia y experiencia. Mi primera aproximación a muchas cosas, antes incluso de descifrar el rock o «el rock de canciones de rock».
—De los Abuelos -e incluso antes- hasta el presente, en pocas palabras, ¿qué te dejó cada etapa, qué añoras?
—No tengo una respuesta corta para eso. Tampoco estoy abonado a la nostalgia. Aun así, esta pregunta me remite a la escena final de «Blade Runner», la de la lluvia. Como es una cinta que han visto miles de personas, consiste entonces en una respuesta válida o apenas una referencia al cine que quizás consista en respuesta válida. Sporting Life. (N. del entrevistador: «He visto cosas que ustedes nunca hubieran podido imaginar» es el sello del monólogo final del filme que aquí Calamaro evoca en código).
https://www.youtube.com/watch?v=dKCjaYlgups
—¿Qué te encuentra haciendo este mes y los próximos como músico o autor?
—Estamos preparando distintas ediciones de «Honestidad Brutal». La primera edición en long play. Es decir, primera reedición después del CD de 1999 que produjo Joe Blaney en Nashville. También un doble LP para el Record Store Day (que se celebró en julio) y una caja que reúne estas dos cosas además de contenidos de los llamados «inéditos y alternativos». Estrenaremos en breve otros videos buenos de «Dios los Cría» (su disco de éxitos con invitados lanzado en mayo pasado). Y también están próximas a editarse algunas colaboraciones que hice este año. En el terreno «literario» estoy disperso entre distintas cosas que constan como borradores o proyectos posibles.
—También estás haciendo una muestra fotográfica…
—Sí, hay una reciente exposición de mis fotos titulada «Devenir toro», curada por Rodrigo Cañete, en la galería Azur, de Madrid. Podría replicarse en distintas ciudades. La muestra existe, además, en versión virtual.
—¿Qué música estás escuchando?
—Ahora, jazz del período «eléctrico» de Miles Davis, y también el «segundo quinteto», años ’60, mayormente. Con eje en Bitches Brew, en sí mismo uno de los discos de jazz experimentales consagrados como «casi populares». El jazz es un mundo maravilloso, inaccesible; no soy músico de jazz pero sí un oyente y aficionado.