Un equipo de investigadores de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) avanza en el análisis del impacto de las radiaciones emitidas por las tecnologías de comunicaciones en el ambiente, como las antenas transmisoras y los celulares, y sus consecuencias para la salud de las personas.
«¿Por qué, cómo y cuándo se generan las emisiones de radiación?», es una de las preguntas que intenta responder el análisis del Centro Superior para el Procesamiento de la Información (CeSPI) de la UNLP.
«Cuando la gente transita por la calle su celular va captando señales que provienen de las distintas celdas donde hay antenas transmisoras. El teléfono va pasando de una celda a otra y siempre se conecta con la celda que le da más potencia y le permite gastar menos energía de su equipo y mantener el nivel de servicio adecuado», señaló el ingeniero Pedro Brisson, director de Infraestructura del CeSPI.
El proyecto ITMA (Impacto de la Tecnología en el Medioambiente) en el que participan ingenieros, informáticos y médicos, realiza mediciones e investigaciones médicas y ejecutan monitoreos constantes de los niveles de energía para mandar esa información a un software asociado para realizar este análisis.
Para realizar el estudio, el CeSPI cuenta con medidores de campo electromagnético portátiles y fijos que miden la potencia de emisión de las distintas fuentes. Lo que se controla con estos aparatos es que la suma de todos los niveles de potencia (inmisión) esté por debajo del rango recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que es 0,2 miliWatt por cm2.
«Lo importante es proteger a la población, así que no se analiza una sola fuente de radiación sino la sumatoria de todas ellas que, en definitiva, son las que recibe la persona (radiación de las transmisoras de FM, AM, televisión, equipos de radio, wi-fi, celulares, antenas de celulares)», sostuvieron los investigadores.
En su explicación, Brisson descarta uno de los mitos más comunes en torno a la manera en que las emisiones de los aparatos transmisores afectan a la población: «Las personas piensan que es la antena de celular la que afecta la salud, cuando en realidad esto no es tan así. Si la antena está bien ubicada y orientada, cumpliendo con las normas, al encontrarse lejos de las personas, la energía recibida es suficientemente baja».
En esa línea, enfatizó: «Es más nocivo el efecto que causan las radiaciones generadas por los teléfonos celulares que siempre llevamos encima. Los aparatos tienen una antena (aunque no la veamos) que cuando busca señal emite energía. Cuanto más lejos está de una celda, más potencia o energía emplea el dispositivo para conectarse. Y, por lo tanto, emite más radiación».
En relación al uso del celular, desde la UNLP afirmaron que «está probado que el uso del celular genera efectos biológicos sobre el organismo», aunque no se ha probado aún que exista relación directa entre estos efectos y la posibilidad de contraer determinado tipo de enfermedades.
No obstante, la OMS lo ha definido como potencialmente cancerígeno y por eso «se toman medidas de carácter preventivo respecto a controlar los niveles de potencia a los que se somete a las personas».
«Al momento de comprar un celular uno debería mirar con atención el nivel de absorción de energía en los tejidos humanos que transmite el aparato. Este dato está especificado bajo la sigla SAR; a menor nivel de absorción de energía más seguro es el aparato», manifestó el referente del CeSPI.
Brisson rescató algunos aspectos positivos del desarrollo de las nuevas tecnologías móviles: «Lo bueno es que los niños usan whatsApp para mandar mensajes de audio en lugar de hablar directamente por celular. Esto es importante porque mantienen el aparato a una distancia de más de 10 centímetros de su cara, evitando que la radiación llegue de manera directa a los huesos del cráneo, que en los niños son mucho más finos y permeables a las ondas de potencia», y consideró desaconsejable a nivel mundial el uso de celulares para niños menores de 10 años.
Por último, desmitificó que los celulares colocados en la mesa de luz a la hora de dormir «sean dañinos para la salud», ya que «estos, al estar inactivos prácticamente no emiten energía, sólo cada determinado periodo de tiempo mandan una señal a la celda para decir que están presentes».