Análisis

Análisis: «El pago parcial al Club de París es un puente en el tiempo»


Por Diego Añaños

Por Diego Añaños

Sobre fin de la semana pasada, Eric Martin y Patrick Gillespie, de la agencia Bloomberg, publicaron una nota en la que afirmaban que el FMI estimaba en forma reservada, que el convenio para la reestructuración de los U$S45.000 millones defaulteados durante la presidencia de Mauricio Macri no llegaría a concretarse este año. Según su hipótesis, tanto el fuerte flujo de divisas producto de los altos precios de las materias primas, como el envío de aproximadamente U$S4.400 millones en concepto de Derechos Especiales de Giro de parte del FMI, permitirían a la Argentina blindar su frente externo, y eliminarían los incentivos para tratar de alcanzar un acuerdo rápido. Por otro lado, las elecciones legislativas coparían la agenda de corto plazo del gobierno nacional, de modo de que sería imposible orientar sus energías a una negociación, y menos aún si el ingreso de dólares está garantizado hasta fin de año.

En la misma sintonía venimos sosteniendo que todas las señales que se emitían, tanto de parte del gobierno como de parte del FMI y el Club de París, evidenciaban la intención de dilatar en el tiempo la resolución de las negociaciones por la deuda argentina en mora. La cuestión a dilucidar era la forma que tomaría la tregua. Pues bien, el martes el gobierno anunció su decisión de realizar un pago parcial al Club de París de U$S430 millones, a cuenta de capital, y en dos cuotas, para alejar el fantasma del default. La decisión permitirá postergar el pago de los U$S2.400 millones que vencían a fines de julio hasta el 31 de marzo de 2022. De este modo, el ministro Martín Guzmán obtiene el puente en el tiempo que venía reclamando, y que le permitirá a la Argentina negociar sin urgencias. Luego de la negativa oficial del FMI al pedido del gobierno nacional de elevar una carta al organismo con sede en la capital francesa para estirar los plazos de pago, se tomó la determinación de alcanzar un acuerdo de mediano plazo para descomprimir la situación. Sin dudas es una salida creativa, y permite al ministro responder a los cuestionamientos que venía recibiendo la Argentina por parte de algunos miembros del Club de París.

Hace alrededor de un mes, EE.UU., Japón, y algunos países europeos, solicitaron explicaciones al gobierno nacional acerca del trato diferencial que estaba recibiendo la deuda de algunos países, concretamente China. En efecto, la Argentina venía cumpliendo puntualmente con los compromisos asumidos con el gigante oriental, y aún restan vencimientos por alrededor de U$S445 millones antes de fin de año. Los acreedores del Club de París reclamaban que el gobierno informara si se había solicitado a China las mismas condiciones de refinanciamiento que se exigían a los demás países. El argumento argentino de que las reservas internacionales de divisas no eran suficientes como para afrontar la totalidad de los pagos pendientes debe aplicar a todos los casos, decían. Es decir, estaban dispuestos a aceptar que el FMI o el Banco Mundial tengan prioridad a la hora de cobrar, pero no que Pekín cobre antes sin flexibilizarse como ellos mismos lo hacían. Consideraban que aceptar una prórroga del pago de la deuda mientras Argentina pagaba puntualmente a China, sentaba un antecedente peligroso, con desenlaces inciertos. El embajador de Japón en nuestro país, Takahiro Nakame, declaró a la prensa: “Para los miembros del Club de París no resultaría justo si la Argentina propusiera la prórroga de pago de sus deudas, mientras que continuara pagando a otros acreedores fuera del Club”.

Nuestro país le debe a China algo más de U$S2.666 millones, y pagará este año alrededor de U$S 445 millones. Son U$S2.400 millones los que le debe al Club de París, y pagará U$S430 millones. Cifras muy similares, y una decisión que aquieta las turbulentas aguas de las finanzas y las relaciones internacionales.

El gobierno confía en la solidez del frente externo, al menos en el mediano plazo (por los buenos precios de los commodities, por la caída de la salida de divisas por las restricciones al turismo, y por los U$S4.400 de DEG que vienen del FMI en agosto). Ahora necesita concentrarse en gestionar la pandemia, recuperar la actividad económica y encarar las elecciones de medio término, donde se juega mucho. Y claro, lo que suceda en las legislativas de noviembre también está en la mira de los acreedores, ya que será una buen test para establecer cómo se perfila la correlación de fuerzas al interior de la Argentina. En fin, hoy el interés de todos confluye, y desensillar hasta que aclare parece ser la decisión tomada.