Por Diego Añaños
Por Diego Añaños
Los principales candidatos de la oposición han caído en la trampa de la previsibilidad. Hay de dos tipos, los que están absolutamente callados, y los que repiten como loros la cantidad de muertos y la caída de la actividad económica por la pandemia. Nada hay por fuera de eso. Los legisladores opositores, por su parte, se inventan grescas para disputar la atención de la población. Es así que, del mismo modo que lo hacían Guido Süller y El Laucha en aquellos bodrios de la tarde a comienzos de los 2000, generan acontecimientos para estar presente en la memoria de su pueblo, más allá de lo que tengan que hacer para conseguirlo. La imperdonable machiruleada de Fernando Iglesias es una muestra de lo que digo, pero sólo una en un mar de muestras de decadente debate.
Los medios masivos, por su parte, replican sistemáticamente las escaramuzas de las redes sociales, y evitan que el debate transcurra por los lugares apropiados. Como sugería el ministro de Desarrollos Productivo, Matías Kulfas, deberíamos estar hablando de cómo fortalecemos la reactivación y la generación de empleo, y no de otra cosa. Y lo dice desde una gestión que, no sólo está leyendo los números positivos que muestra la actividad económica en los últimos meses, sino que se plantea cómo arrimarle el fueguito de la demanda a la recuperación a través de la actualización del Ahora 12 (que incluirá un Ahora 18 y hasta un Ahora 30).
Tanto el despegue del nivel de actividad, como los esfuerzos del gobierno nacional por estimular la demanda, impactan en las perspectivas del desempeño económico del país. El FMI, en su último outlook (Informe de Perspectivas de la Economía Mundial), había revisado al alza el crecimiento de la economía argentina para 2021, de 4,5% estimado en enero, a un 6,4%. El dato relevante, y que vale la pena destacar, es que el pronóstico no es el mismo que para los países emergentes y en desarrollo. De hecho, si bien la perspectiva de crecimiento para la economía global no se modificó en relación al último informe de abril, sí se revisó al alza el pronóstico para las economías desarrolladas y a la baja el pronóstico para los países emergentes y en desarrollo. Es decir, la Argentina es una rara avis, un caso excepcional fuera del ecosistema de países más ricos. La diferencia fundamental está relacionada con el impacto de la pandemia y los niveles de inmunización de la población. Dado que las economías avanzadas muestran una clara ventaja en relación a los demás países, se espera que la recuperación sea consistente con las expectativas pasadas.
La pregunta sería, por qué la Argentina, en un contexto de empeoramiento de los pronósticos para los emergentes y en desarrollo mejora su performance esperada? Dos razones lo explican. En primer lugar, tanto la provisión de vacunas (importadas y producidas en el país) como el programa de vacunación, vienen registrando mejoras sustanciales en los últimos dos meses. Recordemos que a comienzos de julio nuestro país llegó a tocar el primer puesto en el ranking mundial de ritmo de vacunación. Al día de hoy ya se han aplicado cerca de 35.000.000 de vacunas, y es uno de los países con mayor proporción de población menor de 18 años ya vacunada. De hecho se espera que el viernes 6 ó el sábado 7 de agosto, según dicen algunos cálculos, la Argentina supere a los EEUU en porcentaje de personas mayores de 18 años con al menos un dosis.
Está claro que un nivel más alto de inmunización, genera una expectativa más consistente de recuperación del nivel de actividad en el corto plazo, particularmente en aquellos sectores que venían a una velocidad diferente, como el turismo, la gastronomía y el espectáculo. Por otro lado, un proceso de vacunación acelerado permite frenar el avance de nuevas cepas. Sin embargo, el informe del FMI también da cuenta de la expectativa del mejoramiento hacia fin de año de los precios de las materias primas. Según el pronóstico del organismo, la mayor recuperación la protagonizará el petróleo, con un 60% de crecimiento, luego del bajo nivel registrado en 2020, mientras que se espera un incremento del 30% en el precio de las materias primas no petroleras (traccionado por metales y alimentos). Esto último constituye una excelente noticia para la Argentina, dado que se conjetura con que los buenos precios que vienen registrando los cereales y oleaginosas podrían incluso crecer. Y digo que es una buena noticia, dado que, las perspectivas de una mayor apertura implican la reapertura de la salida de divisas por la vía del turismo. De modo que, un aumento en los precios de una parte de la canasta exportadora nacional, aunque sea marginal, permitirá cubrir, al menos parcialmente, la salida de dólares provocada por la liberación de las actividades turísticas. Y créanme, en un contexto de restricciones como el actual, no es un tema menor.