"Vamos a padecer muchísimo esta etapa”, advirtió el titular de la Federación de Inquilinos Nacional, Gervasio Muñoz
Las agrupaciones de inquilinos en Argentina no tienen buenas perspectivas para el 2025, tras un 2024 marcado por aumentos en los alquileres que superaron ampliamente la inflación. Según el Indec, el año pasado los precios de los alquileres subieron un 262,8%, más del doble que la inflación anual del 117,8%.
El titular de la Federación de Inquilinos Nacional, Gervasio Muñoz, alertó que las condiciones de este año podrían ser “iguales o peores”. En declaraciones a Radio 2, Muñoz afirmó: “Cuando las condiciones para alquilar son tan injustas, las consecuencias son obvias. Vamos a padecer muchísimo esta etapa”.
“El mercado inmobiliario se aprovecha”
Muñoz comparó el costo de los alquileres con las tarifas de servicios públicos: “No lo podés dejar de pagar porque quedás en la calle. Entonces, cualquier aumento uno lo tiene que afrontar endeudándose o eliminando otros gastos esenciales”. Criticó además la falta de regulación del mercado, destacando que “en el mundo esto se regula, pero acá vamos a contramano”.
El dirigente también señaló que en Buenos Aires se vive una situación extrema, con listas de espera para alquilar habitaciones de hotel a 300 mil pesos mensuales, en condiciones muy precarias. “Son celdas sociales, sin ley ni Estado. Es una realidad indigna”, lamentó.
Impacto social: recortes en alimentos y salud
Un relevamiento de la Federación de Inquilinos realizado en diciembre pasado reveló que la mitad de los inquilinos se endeudó para comprar alimentos. Además, el 90% redujo gastos en ocio, mientras que un 50% recortó en salud y alimentación.
Muñoz también destacó las consecuencias humanas de los altos costos: “Hay gente que no puede renovar su contrato y termina volviendo a la casa de sus padres, jubilados que se mudan con hijos o a pensiones, y otros que lamentablemente quedan en la calle”.
Llamado a un cambio estructural
El referente de los inquilinos consideró que el problema es estructural y requiere de una transformación profunda en la política de vivienda. “Hasta que no se construya otro sentido común sobre este tema, los inquilinos seguirán sufriendo las consecuencias de un sistema que no protege sus derechos”, concluyó.