Por Eva Henderson, Licenciada en Nutrición (MN 8805), posgrado en Nutrición Vegetariana (UBA), asesora científica de la Unión Vegana Argentina (UVA) miembro fundador de la Sociedad Argentina de Medicina de Estilo de Vida (Samev)
El mundo está cambiando, y los hábitos alimentarios también. Desde hace algunos años se viene dando un crecimiento constante en el número de personas que deciden adoptar un patrón de alimentación basado en plantas.
En el año 2019, la Unión Vegana Argentina (UVA) encargó una medición a la empresa internacional de mediciones Kantar, y los resultados en ese momento fueron de un 9% de la población argentina practicaban alimentaciones veganas o vegetarianas.
En 2020, en plena pandemia por el Covid, que dicho sea de paso se trata de un virus zoonótico, que pasó de los animales a los humanos, la UVA volvió a encargar una medición, y el resultado fue que un 12 % de las personas se definieron como «vegetarianos o veganos» lo que significa que más de 5 millones de argentinos practican una alimentación basada en plantas.
Las familias que adoptan estos patrones de alimentación, suelen elegirlo por distintas motivaciones: salud, filosofía, ecología, entre otras. Es natural, que si los padres practican una alimentación vegetariana, críen a sus hijos con esa filosofía al igual que ocurre con aquellos que se alimentan de manera omnívora. Pero dada las tradiciones culturales y creencias, y que la infancia es una etapa crítica de la vida cabe preguntarse si los niñxs pueden o no ser veganos.
Según el último documento de posicionamiento de la Asociación Americana de Dietistas (ADN) del 2016, las alimentaciones vegetarianas o veganas, adecuadamente planificadas, son apropiadas para todo el ciclo vital: embarazo, lactancia, niñez, adolescencia e incluso los atletas.
Se ha comprobado que proporcionan numerosos beneficios: mayor protección a padecerobesidad, diabetes 2, HTA, entre otras. Una alimentación vegana los predispone desde pequeños a una mayor aceptación de alimentos como vegetales y frutas, que brindan protección a la salud y los acerca al cuidado y respeto de todos los seres vivos. Pero el que pueda optarse o no por esta alimentación, va depender de ciertos aspectos como el lugar en la que viva el niño/a, de su condición social y de salud, entre otras.
La información científica con la que contamos a la fecha, menciona algunos posibles nutrientes a prestar mayor atención, pero fundamentalmente estas alimentaciones son deficitarias en vitamina B12, muy importante durante el crecimiento y desarrollo infantil. Esta vitamina debe incorporarse a través de un suplemento.
Hasta los primeros 5-6 meses todos los requerimientos se cubren con leche materna o en su defecto, una fórmula. Luego a partir de la alimentación complementaria, la leche materna seguirá haciendo un aporte importante de nutrientes, pero se irán cubriendo con una variedad de alimentos (legumbres, cereales, frutos secos procesados, entre otros) y la suplementación con B12. Es importante aclarar, que no solo los niños/as veganos reciben suplementos, sino que todos los niños desde el nacimiento son suplementados por ejemplo con vitaminas A, C y D, y en muchos casos con hierro.
Es fundamental, que antes de iniciar cualquier tipo de alimentación basada en plantas los padres reciban información confiable y asesoramiento, ya sea con un pediatra formado en estas alimentaciones, o nutricionista.