Por Zelmira May, especialista del Programa para la Educación de la Unesco Oficina Regional de Ciencias para América Latina y el Caribe
La alfabetización es un requisito fundamental para dialogar, comunicar e integrarse en un mundo cada vez más interconectado. Los jóvenes necesitan nuevos conocimientos para desarrollarse personal, profesional y laboralmente en forma plena: requieren comunicarse, conocer varios idiomas, comprender la diversidad cultural, y la formación a lo largo de la vida. La alfabetización es entonces la clave para adquirir conocimientos, habilidades interpersonales, experiencia y el saber vivir y convivir, todos ellos elementos fundamentales de la sociedad moderna.
Aún en pleno siglo XXI, a nivel mundial, al menos 750 millones de jóvenes y adultos no saben leer ni escribir y otros 250 millones de niños tampoco consiguen adquirir las capacidades básicas de cálculo y lectoescritura, llevando a la exclusión numerosos colectivos sociales que no logran integrarse plenamente a sus comunidades y ni entornos.
En la gran mayoría de los casos, estos analfabetos son mujeres. La región de América Latina y el Caribe, aún con niveles de alfabetización altos, presenta igualmente resultados de desempeño preocupantes en competencias de lectoescritura y comprensión en niños y jóvenes.
La Unesco ha liderado históricamente los esfuerzos mundiales de alfabetización promoviendo la adquisición y el perfeccionamiento de las competencias de lectoescritura a lo largo de toda la vida como parte intrínseca del derecho a la educación y, entendiendo que, una sociedad empoderada puede desarrollarse en plenitud de forma sostenible, sostenida y democrática.
Más allá de su concepto convencional como conjunto de competencias de lectura, escritura y cálculo, la alfabetización se entiende hoy día como un medio de identificación, comprensión, interpretación, creación y comunicación en un mundo cada vez más globalizado y digitalizado, rico en información y en rápido y permanente cambio. La alfabetización mediática y digital agrega complejidad a estos aprendizajes, haciendo necesarios nuevos saberes que nos permitan ejercer nuestros derechos y deberes ciudadanos.
Las estadísticas ponen de relieve las dificultades para reducir la tasa de analfabetismo. La crisis de la Covid-19 constituyó un crudo recordatorio de la brecha existente entre el compromiso político y la realidad, donde la mayoría de los países cerraron total o parcialmente sus sistemas educativos y muchos otros redujeron o suspendieron los programas de alfabetización de adultos.
Debemos hacer hincapié en la necesidad de mejorar la calidad de la educación, desde la formación docente hasta el contenido y la pertinencia de lo que se está enseñando, así como en asegurar políticas educativas que se comprometan a atender este componente esencial para el cumplimiento de la agenda de desarrollo sostenible y su objetivo de educación equitativa e inclusiva a lo largo de toda la vida.
En el siglo XXI, más que nunca, la alfabetización es la piedra angular de la paz y el desarrollo, y el logro de sociedades prósperas, igualitarias y democráticas.