Distintas asociaciones médicas informaron sobre diferencias entre el farmacéutico y el artesanal para el tratamiento de la enfermedad
La Liga Argentina de la Epilepsia, la Sociedad de Neurología Infantil, la Sociedad Argentina de Pediatría y la Sociedad Neurológica Argentina alertaron hoy sobre las diferencias entre el cannabis farmacéutico de uso medicinal y los preparados artesanales para el tratamiento de la Epilepsia Refractaria.
La epilepsia es un cuadro neurológico que se manifiesta como consecuencia de una alteración en la actividad neuronal en el cerebro y la padecen una de cada cien personas.
El 30% de esos casos presentan lo que se denomina «Epilepsia Refractaria»: son aquellos cuadros que no pueden controlarse con al menos dos fármacos antiepilépticos conocidos y en dosis adecuadas, lo cual impide el desarrollo normal de la persona.
«El cannabis farmacéutico cuenta con resultados positivos para mejorar la calidad de vida de los pacientes con esta patología, siendo el THC un componente cannábico necesario para mitigar el cuadro de epilepsia», se indicó en un comunicado.
Las entidades señalaron que «existe una diferencia entre el cannabis farmacéutico de uso medicinal, realizado por profesionales de la salud y atendiendo las buenas prácticas de manufactura, y el preparado artesanal».
«Este último puede perseguir el objetivo de mejorar la calidad de vida, pero no cumple con los requisitos de eficacia que se requiere al hablar de un fármaco. La distinción es siempre necesaria, aunque se torna crítica cuando se habla de situaciones de salud delicadas, como la epilepsia refractaria», expresaron en una presentación conjunta.
Según se explicó, el cannabis medicinal artesanal no brinda garantías de que las moléculas utilizadas sean homogéneas ni estables, y no presupone el cumplimiento de los distintos niveles de seguridad exigidos por las autoridades sanitarias.
«Los productores artesanales no pueden asegurar la concentración de CBD -el compuesto con efecto terapéutico- o si cuenta con THC -el ingrediente psicoactivo y utilizado con fines recreativos. Se basan en el tipo de semillas y eso no es suficiente en una indicación médica. Dan una idea aproximada. Pero no pueden asegurar la concentración o la estabilidad frasco a frasco. ¿Cómo podemos recetarlos si no sabemos la concentración? También tenemos que estar seguros de que no haya contaminantes», apuntó María Eugenia Sottano (MP 10432), neuróloga clínica a cargo del área de Epilepsia Refractaria del Hospital Central de Mendoza.
Enfatizó que «los productos disponibles deben estar autorizados por el ente regulador correspondiente, como ocurre con cualquier otro medicamento; esto asegura la calidad y la concentración de sus compuestos».
Según se enfatizó, el cannabis farmacéutico, a diferencia del desarrollado de forma artesanal, «asegura la estabilidad y homogeneidad de la molécula cumpliendo con todos los requisitos de seguridad y eficacia que demanda cualquier fármaco registrado».
El año pasado, la ANMAT aprobó el primer cannabis farmacéutico producido en Argentina, y ya existen productos de venta bajo receta archivada para uso exclusivo de pacientes con Epilepsia Refractaria.
En el caso de los aceites artesanales, puede suceder que se trate de una fórmula muy diluida, lo cual puede llevar a perder una oportunidad de tratamiento, o bien que se pasen por alto cuáles son las interacciones con otros medicamentos, efectos adversos -que suelen ser muy leves- y contraindicaciones.
«Los médicos no estamos en contra del cannabis, pero debe ser indicado y controlado por un profesional», aclaró Sottano, y señaló que «aún antes de ser más conocido o que hubiera mayor presión social para su acceso, los médicos percibimos cierto folclore o expectativas desmedidas por parte de los pacientes o de sus familiares en cuanto a su uso».