La advertencia fue formulada por el economista jefe de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas
Los riesgos de un salto inflacionario después de las elecciones se mantienen latentes, en especial por la presión de un contexto internacional que podría llevar a un aumento de la tasa de interés por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos que, en caso de concretarse, fortalecería el valor del dólar y reduciría el precio de las commodities.
Esa posibilidad, impulsada por los «halcones» entre los economistas estadounidenses, impactaría de lleno en la cotización de la soja, cuyo valor en el Mercado de Chicago ya cayó un 17% respecto del máximo nivel de los últimos nueve años, registrado el 12 de mayo, aunque aún se mantiene en niveles elevados en comparación con los de 2020.
La advertencia fue formulada por el economista jefe de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), Daniel Artana, quien agregó como factores a tener en cuenta la combinación, en el plano local, de la apreciación cambiara iniciada en febrero y la decisión de congelar o administrar precios y tarifas como estrategia anti inflacionaria hasta las elecciones.
Ambas situaciones tienen antecedentes relativamente recientes: en el plano internacional, el titular de la Reserva Federal, Paul Volcker, impulsó en la década del ’80 una suba de la tasa que fortaleció el dólar, redujo la inflación de Estados Unidos a un dígito, pero condujo a varios países de América Latina a la crisis de la deuda y la cesación de pagos.
Asimismo, un congelamiento de precios y tarifas y la contención del dólar oficial generaron en junio de 1975 las condiciones para desencadenar la primera hiperinflación de la historia argentina, conocida popularmente como «rodrigazo».
«Hoy no hay riesgo de repetir un episodio tan grave», señaló Artana, tanto por la «reputación» de los bancos centrales como por las diferentes magnitudes de apreciación cambiaria y congelamiento de precios y tarifas en la Argentina.
Sin embargo, en el informe mensual de FIEL, alertó que «la decisión oficial de desacelerar fuertemente la depreciación del peso y congelar artificialmente algunas tarifas y precios para ganar algunos votos puede desencadenar un salto de inflación después de las elecciones».
Si bien descartó que ese salto pueda compararse con el que tuvo la Argentina en 1975 (sólo en julio de ese año la inflación fue del 34,7%), Artana consideró que «la gravedad del problema depende de cuánta presión se ponga sobre lo fiscal y monetario, y también de los avances (o falta de) en normalizar la deuda externa bilateral y multilateral».