El libro «Alerta Rojo» cuenta los detalles del lado B del fútbol ya que sólo uno de cada cien juveniles de los torneos de la AFA llegan a la Primera División. El mismo fue escrito por los periodistas y hermanos Panqui Molina y Pedro Molina, quienes recogieron decenas de testimonios y revelan historias inéditas de un mundo donde las historias de ilusión luchan con el desarraigo, la violencia, los abusos, el hambre y el abandono.
Desde que Independiente vendió a Sergio Agüero en 2006, llegaron a Primera 68 jugadores surgidos de sus Divisiones Inferiores, entre ellos, 14 solo disputaron un partido mientras que 15 lo hicieron en más de 50 ocasiones, por lo cual la mayoría de los juveniles, después de años de lucha y de ilusión, deben rearmar su vida cuando quedan libres en el mes de diciembre.
El sistema darwiniano no considera a muchos juveniles que, de un día para el otro, deben reconstruir su vida fuera del fútbol y la peor parte es que durante su etapa de formación algunos fueron sometidos a las terribles humillaciones: hambre, violencia, abusos y abandono.
Una pensión que funciona como aguantadero, barrabravas que reparten comida vencida, representantes inescrupulosos y un responsable del fútbol juvenil preso son parte del sistema que derivó en un jugador condenado por abuso sexual, otro que murió misteriosamente en la cárcel y varios más que fueron víctimas de una red de pedofilia.
Los relatos que componen el libro evidencian que, en el mundo del fútbol, los chicos casi nunca son prioridad y uno de los que brindó su testimonio es el defensor de Independiente Fabricio Bustos, quien dijo: «Me hubiese gustado que el fútbol fuese un hobby».
«Me preparé para el fútbol y no para la vida», señaló Brian Simone, un ex jugador de las Inferiores del club de Avellaneda mientras que Juan Cruz Anselmi, ex coordinador de preparadores físicos, indicó: «Lo que más me indignaba y me dolía era la pensión. Te daban ganas de irte a la mierda. Era indigna, invivible».
En tanto, Ariel Ruiz, psicólogo de las Inferiores comentó que «poquitos vivirán del fútbol y es importante que los que se vayan de acá, se vayan con algo» mientras que también dio su opinión el futbolista Franco Bellocq.
Bellocq, surgido de las Inferiores de Independiente y actual jugador de Asteras Tripoli de Grecia, manifestó: «La vida del futbolista es puro sacrificio y hasta sufrimiento porque no es normal irte de tu casa los 12 años para jugar al fútbol».
«Cuando sos pibe, pensás que te las sabés todas y es bueno darse golpes cada tanto. A mí me gustaba ir al casino, mi vieja me cagaba a pedos y por ahí le mentía», reveló Hernán Fredes, otros futbolista surgido de la cantera del club de Avellaneda y actual jugador de 3 de Febrero (Paraguay).
Por su parte, Fernando Langenauer, coordinador de la pensión, expresó: «A los 13 años nadie está seguro de que quiere ser futbolista. Algunos están dando vueltas en pensiones desde los 8 años y vos no sabés la base que traen de la casa».