La agroecología se afianzó en la ciudad. CLG dialogó con Antonio Lattucca, director del programa que depende de la Secretaría de Economía Social de la Municipalidad
Por Franco Albornoz
Ana Zabaloy, Fabián Tomasi y Sabrina del Valle Ortiz. Sus historias no tenían nada que ver entre sí. Hasta que los agrotóxicos unieron sus vidas. Los cuerpos de todos ellos se convirtieron en símbolos y testimonios de los estragos que provocan las dinámicas actuales de producción de alimentos. Un verdadero holocausto silencioso promovido por empresas que acaparan tierras, las erosionan, fomentan el uso de fertilizantes, contaminan las aguas y la atmósfera.
Estos tipos de casos no son aislados. Se reproducen en cientos de ciudades fumigadas, a lo largo y ancho del país. Sin embargo, desde el Estado, lejos de intentar combatir este flagelo, apuestan con fuerza a profundizar un modelo agroindustrial agotado que beneficia a unos pocos y pone en peligro la vida de muchos.
A contramano del modelo de producción predominante, la agroecología y un sistema de labor sin químicos se afianzó en la ciudad de la mano de Agricultura Urbana Rosario. Y no solo eso: el éxito de la experiencia local atrajo en los últimos años la atención de los productores incluso fronteras hacia afuera. Porque no solo es sostenible, sino que se convirtió en una alternativa real para generar empleo y erradicar el hambre.
«Producimos más de 1 millón 200 mil kilos de verdura por año»
“Se trata de una modalidad que descarta la utilización de agroquímicos y, al mismo tiempo, es una fuente laboral para muchas familias. Demostramos que no es necesario fumigar y que existen alternativas viables, aunque primero necesitamos de un despertar social, porque se llegó al pozo”, expresó en diálogo con CLG Antonio Lattuca, director del programa que depende de la Secretaría de Economía Social de la Municipalidad encabezada por Nicolás Gianelloni.
En la actualidad, Agricultura Urbana Rosario suma más de 30 hectáreas distribuidas en la zona, donde se produce más 1 millón 200 mil kilos de verduras por año que son comercializados a un precio justo en ferias, gracias al trabajo de más de 250 huerteros que trabajan en los Parques Huertas. “Es una política transversal que trabaja articuladamente con la Universidad. Son espacios que no existen en otro lugar del país. Y tienen que ver con tierras del estado que son cedidas gratuitamente”, explicó Lattuca, ingeniero agrónomo y Master en Agroecología.
Uno de los últimos informes que realizó el Senasa sobre las frutas y verduras que se venden en todo el país arrojó la presencia de 80 agroquímicos, entre ellos, cuatro sustancias que están prohibidas y otras seis que no están autorizadas. “Los análisis que hacemos en conjunto con la provincia son coincidentes con ese estudio. Los productos que no son agroecológicos tienen veneno: herbicidas y pesticidas que superan ampliamente los límites máximos autorizados”, agregó.
En contraposición con los daños para la salud que causa actual modelo agroindustrial, los beneficios de la agroecología están probados. “Nuestros productos mantienen su calidad nutritiva, duran más tiempo, tienen mejor sabor, mejor color, mejor aroma y favorecen el medio ambiente. La agricultura bien entendida mitiga el cambio climático”, profundizó el especialista.
«La agroecología no es para locos, ni para hippies, ni para pobres»
Si bien las consecuencias del modelo hegemónico son una realidad, tampoco se puede soslayar dependencia económica nacional de la venta de los productos de estos cultivos: las commodities. “Primero debemos generar un cambio de mentalidad, porque también es cierto que hoy gran parte de las divisas entra por la soja. Creo que lo importante es mostrar que es posible otra forma de producción sin enfrentar a nadie. Hay que dialogar y todo lleva su tiempo”, admitió Lattuca.
Hace algunos años, el programa Agricultura Urbana Rosario fue elegido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) entre los 10 mejores programas del mundo de lucha contra la pobreza. “No es una utopía terminar con el hambre. Con toda la tierra buena que tenemos y la capacidad de producir es posible erradicarla”, expresó.
Aunque aceptó que para cumplir ese objetivo es necesario cambiar de paradigma. “La agricultura es considerado uno de los trabajos más bajos de la escala social. Debemos entender que la agroecología no es para locos, ni para hippies, ni para pobres. La agroecología puede alimentar al mundo. Pero necesitamos más tecnología y conocimiento”.
https://twitter.com/EcSocialRosario/status/1159116392286830597
“El mayor problema para replicar este modelo en otros lugares es la tierra. En Rosario y Santa Fe hay mucha tierra estatal y una política seria en ese sentido, algo que no sucede en otras partes. Queremos que más allá de los gobiernos que asuman, esto sea una política de estado y no partidaria”, aseguró Lattuca.
«No es una utopía terminar con el hambre»
Según explicó el ingeniero, Agricultura Urbana Rosario nació a partir de 2001, a causa de la crisis. “Muchas personas desocupadas comenzaron a producir sus propios productos sin agroquímicos para vender en ferias y se transformaron en huerteros”, contó. Y agregó que hoy el objetivo también tiene que ver con promover el consumo saludable y la soberanía alimentaria.
Del programa también forman parte 600 jóvenes del programa provincial Nueva Oportunidad, 2.500 familias que participan los ciclos de la Huerta en Casa, más de 40 escuelas y jardines de infantes y alrededor de 450 personas que se capacitan con cursos de agroecología. Y promete seguir creciendo.