Este síndrome no afecta sólo a “los otros” o a los padres “frágiles” afecta a personas involucradas y solidarias que a menudo se han exigido demasiado sin darse cuenta
Si bien hablamos con frecuencia del agotamiento profesional, a menudo se ignora su contraparte parental. Sin embargo, el síndrome de burnout parental afecta cada vez a más familias. Y no, no es sólo una «bajada» temporal después de una noche de insomnio o un día lleno de rabietas y tareas escolares.
Entendiendo qué es el agotamiento parental
Amas a tus hijos, de verdad que sí. Les das todo, a veces incluso más de lo que tienes. Excepto que un día te despiertas sintiéndote agotado. Físicamente cansado, emocionalmente agotado, mentalmente ausente. Aquí es exactamente donde comienza el agotamiento parental.
Este síndrome no afecta sólo a “los otros” o a los padres “frágiles” afecta a personas involucradas y solidarias que a menudo se han exigido demasiado sin darse cuenta. Un estudio de la UCLouvain publicado en 2021 lo confirma: casi el 5% de los padres se ven afectados, y esta cifra aumenta al 8% en determinados contextos.
El agotamiento parental no es sólo una cuestión de fatiga. Es un agotamiento global, profundo, insidioso. Se introduce lentamente, transformando el amor en automatismo, la alegría en tensión, la ternura en fastidio. Según la Alta Autoridad Sanitaria (HAS), se manifiesta principalmente por 3 síntomas principales:
- Agotamiento intenso: no sólo ganas de echarse una siesta, no. Una sensación de estar permanentemente agotado, a pesar del descanso.
- Desapego emocional: el sentimiento de “desempeñar un papel” como padre, sin la conexión emocional habitual.
- Una pérdida de placer y de competencia: ese pequeño saboteador interior que susurra «ya no puedes más» , «no eres un buen padre» .
Señales que deberían alertarte
El agotamiento parental no ocurre de la noche a la mañana. Envía señales, a veces sutiles, a veces ensordecedoras. A continuación se indican los que debes tener en cuenta:
- Irritabilidad crónica: ¿Estallas por un calcetín mal colocado o por un vaso derramado? Quizás sea más profundo que eso.
- Alteraciones del sueño: dificultad para conciliar el sueño, despertares nocturnos, sueños vívidos.
- Una sensación de aislamiento: incluso rodeado de otros, te sientes solo e incomprendido.
- Menos paciencia, menos gestos tiernos. Como si tus baterías emocionales estuvieran agotadas.
- Pensamientos de escape: soñar con dejar todo atrás, con huir, aunque sea sólo por un fin de semana a un hotel… sin los niños.
- Llanto frecuente, a veces sin motivo aparente, solo una taza que se desborda.
Todos estos síntomas son pequeñas señales de alerta que merecen toda su atención. Si se ignoran estas advertencias, se corre el riesgo de que los padres se agoten para siempre.
Factores de riesgo y contextos agravantes
No todos están expuestos de la misma manera. Ciertas situaciones aumentan la vulnerabilidad:
- Ser padre o madre soltero o llevar la mayor parte de la carga familiar solo.
- Experimentar una sobrecarga ligada al teletrabajo, los confinamientos o la falta de apoyo.
- Falta de apoyo: no hay abuelos cerca ni amigos en quienes confiar.
- Ser perfeccionista. Querer ser “como en Instagram” significa exponerse a una presión constante.
La psicóloga Moïra Mikolajczak señala que a menudo son los padres más involucrados los que se olvidan de sí mismos. Aquellos que quieren hacerlo bien, todo el tiempo. Pero un coche que circula a toda velocidad sin repostar siempre acaba parándose.
¿Qué se puede hacer para prevenir o superar el síndrome de burnout parental?
Buenas noticias: hay soluciones. Y no, no te piden que dejes todo para ir a Bali durante 6 meses.
- Reconoce tus límites: no hay vergüenza en decir “no puedo más”. Es incluso valiente.
- Comparte la carga: si tienes una pareja, un padre o un amigo dispuesto a apoyarte, acepta su ayuda. No es una admisión de fracaso, es un acto de amor hacia ti mismo.
- Consulta con un profesional: a veces hablar con un psicólogo lo cambia todo. O únete a un grupo de apoyo para romper el aislamiento.
- Replantéate tus estándares: olvídate de las comidas y snacks de Pinterest. La bondad vale más que la perfección.
- Date un respiro: un descanso de 10 minutos con un buen libro, un baño, un paseo. No es un lujo, es vital.
El agotamiento parental no es una debilidad ni algo inevitable. Es el grito del corazón de un padre que necesita recuperar el aliento. Reconocerlo, hablarlo, ya es una victoria. No tienes que ser un padre perfecto. Lo único que hace falta es ser un padre equilibrado. Tienes derecho a levantar el pie del acelerador. Tienes derecho a estar cansado. Y lo más importante: tienes derecho a mejorar.
