Ante este alerta, profesionales encuentran formas de proteger la salud visual y cuidar a las generaciones futuras
Se espera que para el año 2050, la mitad de la población mundial necesitará anteojos para ver objetos de lejos debido a lo que se conoce como miopía. Esta condición, donde el ojo experimenta un alargamiento excesivo y causa que la luz se enfoque delante de la retina, está en aumento, y las razones más que nada son medio-ambientales. En Argentina la prevalencia de miopía es de 1 cada 4 jóvenes.
Según proyecciones la miopía se convertirá en lo normal para muchas personas en el futuro. Un reciente artículo de National Geographic, reveló que la prevalencia de esta enfermedad ha pasado del 25% en la década de 1970 al 42% en 2017 y se prevé que en 2050 aumente al 50% de la población mundial. El dato preocupa, no solo por la necesidad de corrección óptica, sino porque un ojo con miopía severa tiene mayores riesgos de problemas que se pueden presentar a futuro, como el desprendimiento de retina y el glaucoma.
Los niños se estarían volviendo miopes a ritmos más rápidos y la teoría más aceptada para explicar este aumento es por la falta de tiempo al aire libre en la infancia. La luz brillante del sol hace que el cerebro libere más dopamina, una sustancia que permite el correcto desarrollo del globo ocular. “El tema es preocupante. Uno de los factores ambientales que hace que los chicos se vuelvan miopes es el estar adentro, encerrados”, comenta Dr. Rafael Iribarren, miembro del Grupo Argentino de Estudio de Miopía, director científico del Congreso Multidisciplinario de Miopía e investigador de Novar, empresa de lentes. “Una de las maneras de evitar la miopía es que los niños salgan afuera dos horas por día, estando al aire libre de preferencia a la sombra o cubiertos por los rayos UV. Es la gran luminosidad que hay en los espacios abiertos la que previene la miopía y no el sol directo que podría ser dañino para la piel. En China, por ejemplo, los niños pasan gran parte del día con pantallas, sin salir al exterior y adentro de las escuelas y los departamentos, lo que generó un aumento considerable de miopía en los últimos 30 años con su desarrollo urbanístico. Y la pandemia fue una causa más de encierro”, agrega Iribarren.
La miopía ya crecía antes del uso de pantallas
Aunque se podría pensar que la era digital y las pantallas son los culpables, la realidad puede ser otra. La miopía estaba en aumento antes de la aparición del primer smartphone. Sin embargo, no se descarta que la lectura y el tiempo frente a la pantalla, puedan influir.
Pero afortunadamente, hay esperanza en el horizonte. Durante el Primer Congreso Multidisciplinario de Miopía que se llevó adelante el pasado mes de julio en Buenos Aires, especialistas y científicos presentaron una nueva generación de lentes, que no solo sirven para ver mejor, sino que evitan la progresión de la miopía para que ésta no llegue a valores altos. Los anteojos convencionales solo solucionan el problema de la miopía y no están diseñados para controlarla, por lo que su uso sería similar a tratar un síntoma y no la enfermedad de base. Pero gracias a la persistente investigación de profesionales argentinos y la tecnología de Novar hoy se encuentran en el mercado dos nuevas lentes.
Una de ellas, llamada Myofix, especialmente diseñada para ralentizar la progresión de la miopía en niños. Estas nuevas lentes pueden ayudar a frenar la progresión de la miopía. Y, por otro lado, están las lentes Myolens, para cualquier persona miope adulta que necesite una solución adaptada a sus necesidades visuales específicas “Estamos ante un cambio de paradigma: el de la corrección y tratamiento simultáneo de la miopía escolar y juvenil, anteojos que corrijan el defecto de la visión lejana, pero al mismo tiempo no permitan la progresión de la miopía”, comenta Abel Szeps, oftalmólogo e investigador en control de miopía, MN 114860 y investigador de Novar. “Los anteojos para control de la progresión de miopía ya son una realidad que impide la respuesta hacia la elongación y progresión de la miopía escolar, gracias a un emborronamiento o desenfoque periférico”, agrega.
Como sociedad, es esencial prestar atención a este fenómeno, buscar formas de combatirlo y proteger la salud visual de las generaciones futuras. El compromiso con la ciencia y la conciencia pública será fundamental para afrontar este reto.