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Niñas y adolescentes: las más afectadas por la fibromialgia juvenil


Dolor músculo-esquelético (DME) por tres meses o más, cefaleas, fatiga crónica, sensación de entumecimiento, ansiedad y alteraciones en el sueño son algunos de los síntomas de fibromialgia juvenil (FMJ), que afecta a las niñas y adolescentes más que a los varones en una proporción de cuatro a uno, afirmaron hoy especialistas.

“Su aparición se puede atribuir a una desregulación de los receptores del dolor a nivel del sistema nervioso central, lo que aumenta su transmisión y percepción, como así también a factores emocionales”, explicó a Télam Stella Maris Garay, especialista en Reumatología Pediátrica.

Garay, ex jefa de Sala de Reumatología del Hospital Interzonal de Agudos Especializado en Pediatría Superior Sor María Ludovica, señaló que si bien no hay datos en la Argentina, «es posible afirmar que la FMJ es más prevalente en el sexo femenino».

“Las niñas son más comúnmente afectadas que los varones en un radio aproximado de cuatro a uno, siendo la edad de comienzo más frecuente la infancia tardía y la adolescencia”, detalló.

Consultada sobre la prevalencia de la enfermedad en el Sor María Ludovica, la médica precisó que hay 82 pacientes registrados desde 1989 hasta la fecha.

«En 2018 se registró la atención de 12 pacientes con el síndrome para un total de 2.400 consultas. Del total de los 82 pacientes asistidos, 73 eran de sexo femenino (89%), dato que coincide con las estadísticas internacionales», detalló.

En cuanto al tratamiento, la especialista señaló que el objetivo es aliviar el dolor, restaurar la capacidad funcional y reintegrar al paciente al medio escolar y social.

“Para obtener buenos resultados el tratamiento debe ser encarado con un enfoque multidisciplinario que contemple los aspectos farmacológicos, físicos y psicológicos, incluyendo la educación del paciente y su familia sobre el comportamiento de la FMJ”, aseguró Garay.

Por su parte Blanca Mesistrano, paciente diagnosticada con fibromialgia y fundadora y presidenta dela ONG, describió que el dolor «puede ser tan fuerte como para que los niños no deseen comer, pasear o jugar o se despierten tan agotados que no puedan ir al colegio».

«También pueden sufrir intestino irritable, piernas dormidas, pesadillas, despertares nocturnos, insomnio y descanso insuficiente, lo que disminuye aún más su energía. Pero los niños con esa enfermedad pueden mejorar su evolución si reciben apoyo psicológico”, aseguró.