Oscar Malbernat, histórico ex capitán del Estudiantes de La Plata campeón del mundo a fines de la década del 60, falleció este viernes por la noche a los 75 años, como consecuencia de dificultades respiratorias que habían obligado a su internación en el Hospital Italiano de la capital bonaerense.
El emblema de la entidad pincharrata había nacido el 2 de febrero de 1944. Desde hace algunos meses, Cacho venía peleando con un complejo cuadro de salud, con problemas respiratorios como enfermedad de base.
Sus restos son velados este sábado desde las 9 en el «Salón de los Espejos» de la sede social del club, ubicada en la avenida 53 entre 7 y 8.
Malbernat fue un producto genuino de la cantera pincharrata y escaló desde la novena división hasta la famosa «tercera que mata» que deslumbró en 1964 y fue la base del equipo campeón Intercontinental 1968 con Osvaldo Zubeldía como entrenador.
Aquel maestro, que rara vez calificaba a los integrantes de su plantel a la hora de poner un ejemplo de jugador eficaz siempre citaba a Malbernat y, tal vez por eso, lo premió con la capitanía de aquel equipo que hizo historia en los finales de la década del 60, tras la lesión de Henry Baralle, que fue el primero en llevar la cinta en el ciclo.
Estudiantes no sólo ganó el Metropolitano 1967, tres Libertadores, una Interamericana y la Intercontinental frente al Manchester United sino que dejó una huella imborrable en el club.
El otrora férreo defensor resultó uno de los voceros permanentes de transmitir el sentido de pertenencia, la mística y el ADN de un club que lo marcó a fuego de generación en generación.
Además de futbolista trabajó en el club como coordinador de juveniles, como ayudante de Eduardo Manera y también tuvo dos etapas como entrenador, aunque en ese rubro no le fue bien, porque le tocó poner la cara y el pecho en momentos no tan buenos desde lo deportivo e institucional.
Pero el sentido de pertenencia lo tuvo y lo transmitió siempre, y tal vez un claro ejemplo se dio en 2003 cuando renunció al cargo de DT, después de perder un clásico como local por 4 a 2 y horas después tuvo el temple necesario de ir a buscar a Carlos Bilardo.
Malbernat le pidió al Narigón que se hiciera cargo del equipo «porque Estudiantes lo necesitaba» y el DT campeón del mundo en México 1986 no pudo negarse al pedido de su amigo de toda la vida.
Entre sus definiciones más destacadas sobre el club destacó que «el mejor de los nuestros era Juan (Ramon Verón). Era el jugador diferente, el más vistoso, aunque no sé si el más importante. Todos eran claves en lo suyo, como (Carlos) Pachamé, (Eduardo) Flores, (Carlos) Bilardo, todos pero la Bruja hizo el gol más valorado de la historia de Estudiantes y era nuestro ídolo», dijo.
Más allá de la enfermedad que lo persiguió en este último tiempo, Cacho siempre estaba en el Country, su segunda casa, con sus viejos amigos, viendo nuevos talentos o partidos de juveniles en City Bell.
No pudo llegar a la inauguración del nuevo estadio Jorge Hirschl, prevista para el 9 de noviembre próximo, que -seguramente- hubiera disfrutado como pocos. La boca del túnel lo estaba esperando con las copas en sus manos para mostrárselas una vez a todo el pueblo albirrojo y vivir así una nueva noche de emociones.
El destino le quitó ese privilegio pero desde alguna nube privilegiada junto a Mariano Mangano, Osvaldo Zubeldía, Eduardo Manera, Edgardo «Ruso» Prátola, Juan Echecopar o José ‘Tato’ Medina, entre otros, el citado ‘Cacho’ seguirá supervisando que se siga respetando el «ADN pincha».