"A los futuros padres nadie los ampara ni contiene. La idea de la organización es estar para ellos", expresó a CLG Ariel Vijarra, fundador e impulsor de la misma
Acunar familias es una ONG rosarina que se encarga de acompañar a los padres que quieren adoptar en todo el camino que esto implica. Oficializada hace muy poco tiempo, la organización se presenta como un espacio de asesoramiento, pero sobre todo de contención en el proceso. CLG dialogó con Ariel Vijarra, fundador e impulsor, para conocer más sobre su iniciativa.
Para comprender su decisión de fundar Acunar familias es importante conocer su historia. Ariel es «uno de los integrantes del primer matrimonio igualitario que logró adoptar en la provincia, y por ende, en Rosario». Además, él y su marido fueron «los primeros en adoptar un bebito» en Argentina.
«Somos papás dos veces, de dos niñas. Una fue por adopción del Ruaga (Registro Único Provincial de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos) y a los cuatro meses llegó nuestra segunda hija, que fue por adopción directa justo con el cambio de ley», contó con orgullo. Entonces, explicó: «A raíz de seis años de lucha, decidí comenzar con esto para que otro no pase lo mismo que nosotros».
Así, se encargó de dar vuelo, con el acompañamiento de algunos dirigentes, a «un proyecto que se convirtió en ordenanza». «Lo que buscamos es crear la primera Oficina de Información, Contención y Ayuda al Adoptante. Esta oficina es única, porque habla de cuidar a los padres, a las personas que llegan a inscribirse y a esas familias a las que nadie cuida», detalló.
En ese sentido, agregó: «Como papá, cuando te vas a inscribir y no obtenés respuestas ni ayuda, ¿a dónde vas? ¿Quién te contiene? La idea es apuntar a los futuros papás, siempre priorizando los derechos de los niños, por supuesto». «A los futuros padres nadie los ampara, nadie los contiene. Por eso lo innovador de la ONG es que es única y del proyecto», insistió.
«Lo que buscamos es contenerlos en todo el proceso. Desde la inscripción, porque hay gente que no sabe cómo hacerlo, hasta a ayudarlos a madurar», comentó Ariel. Cuando habla de «madurar» se refiere a conocer la verdad, saber que «los niños que están en disponibilidad de adopción son de 5 años para arriba, hacia la etapa de la adolescencia» y que «van a sentir lo mismo cuando un niño de 2, 3, 6 o 10 años les diga ‘papá'».
De todas maneras, este papá no quiso dejar de aclarar: «Si bien todos tenemos la idea cuando nos inscribimos de que queremos ver hablar y caminar a nuestros niños, esos chicos también necesitan ser hijos». «La realidad es que los nenes no tienen sentido de pertenencia donde están. Cuando tomen conciencia de que se sorprenden por comer un alfajor o por que la ropa que la tiene hoy no se la pone otro mañana, verán que no se pierden de nada», resumió.
Cuando habla, Ariel desborda entusiasmo. Más allá de haber tenido un camino largo y arduo para llegar a la adopción, lo logró y ahora quiere que otros también lo logren. «Queremos ser el mediador ante el Ruega, ser ese nexo faltante. El eslabón fundamental es que haya padres para esos niños. Si no hay padres, no hay adopción«, sostuvo.
Asimismo, añadió: «Más que nada apuntamos a los valientes que deciden llegar a la adopción, porque las familias compuestas por un matrimonio heterosexual tienen la posibilidad de la inseminación y llegan como última instancia a la adopción. Tomar esa decisión de desprejuiciarte, sacarte toda la idea de que tengas de un niño ‘ideal’ es muy compleja y valiente y hay que acompañarla«.
El proyecto que impulsan desde la ONG se trata de «concientizar y de decir la verdad». «Esto es desde otro lado, del de entender al otro. Si alguien me cuenta algo no me voy a horrorizar. Si yo lo pude hacer solo, ahora que hay un grupo que puede acompañar, mejor«, manifestó.
Acunar familias utiliza sus redes como nexo principal con los interesados. Escriben allí, toman contacto y coordinan encuentros para comenzar el acompañamiento. «Estamos trabajando activamente y recibimos muchos llamados», aseguró Ariel.
«El camino es muy difícil. Se trata mucho de la educación porque la adopción, que es un tema tan antiguo como la vida misma, es un camino oscuro y solitario», relató. A lo que añadió: «No tenés a nadie que te comprenda. Ni las propias familias, porque los que pudieron tener hijos biológicos no lo viven y el que adoptó se queda con eso y cierra su historia».
«Yo decidí correrme de ese lado de comodidad. Quiero que el día de mañana mis hijas digan: ‘Mis papás hicieron algo para cambiar la vida de otras personas'», finalizó.