El último reporte informó más de 100 personas muertas y de 4.000 heridas por el estallido
Dos explosiones ocurridas el martes en el centro de Beirut, Líbano, dejaron más 100 personas muertas y de 4.000 resultaron heridas. Barrios enteros fueron devastados y los daños materiales son aún incalculables. Socorristas trabajan buscando más víctimas entre los escombros.
Un comunicado de la Cruz Roja reveló: «Hasta ahora, más de 4.000 personas han resultado heridas y más de 100 han perdido la vida. Nuestros equipos todavía están llevando a cabo operaciones de búsqueda y rescate en las áreas circundantes».
La potencia de las explosiones fue tan grande que llegó a ser registrada por los sensores del Instituto Geológico de Estados Unidos (USGS) como un terremoto de magnitud 3,3. Este miércoles, Beirut amaneció en medio de una gran conmoción.
La onda expansiva de las explosiones se sintió hasta en la isla de Chipre, a más de 200 kilómetros de la capital libanesa. Además, varios cascos azules a bordo de un barco que estaba atracado en el puerto resultaron gravemente heridos, de acuerdo a información de de la misión de la ONU.
Durante toda la noche, los socorristas y guardias de seguridad no han parado de buscar sobrevivientes o víctimas fatales atrapadas bajo los escombros. En medio de este panorama, el primer ministro, Hasan Diab, decretó un día de duelo nacional para este miércoles. Además, prometió que los responsables «rendirán cuentas».
Desde la administración nacional, apuntan a un cargamento de nitrato de amonio almacenado «sin medidas de precaución» en el puerto. Se trata de una sal usada de base en muchos fertilizantes, pero a su vez, utilizada para fabricar explosivos.
Varios países de todas partes del mundo han ofrecido ayuda luego de la tragedia, entre ellos, Francia, Estados Unidos y Alemania. Incluso, Israel – con quien Líbano se encuentra técnicamente en guerra – ha ofrecido «ayuda humanitaria y médica».
«Era como una bomba atómica. He visto de todo, pero nada semejante», remarcó a AFP un profesor jubilado que vive desde hace más de 60 años frente al puerto de Beirut.