Espectáculos

A los 57 años, murió el artista y diseñador Sergio De Loof


El artista falleció a los 57 años a raíz de un shock séptico en el sanatorio donde estaba internado

El artista, diseñador de moda, fotógrafo, pintor y artífice de espacios nocturnos como «Bolivia», «Morocco» o «El Dorado», Sergio De Loof, falleció a los 57 años a raíz de un shock séptico en el Nuevo Sanatorio de Berazategui, donde estaba internado.

La noticia fue confirmada desde el área de prensa del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, que en estos días exhibía una muestra con algunas de sus emblemáticas obras.

El artista ya había sido hospitalizado en la semana de Carnaval por un cuadro de EPOC agravado y complicaciones derivadas del VIH que contrajo hacia 1993.

Fotógrafo, videasta, fotógrafo, diseñador, escenógrafo, pintor, artífice de espacios nocturnos centrales del under porteño como «El Dorado» (1991), «Morocco» (1993) y «Ave Porco» (1994), De Loof -quien en los 90 se autoproclamó como «el Rey del under»- fue uno de los creadores más influyentes y dinámicos de las últimas tres décadas argentinas.

En la Buenos Aires que intentaba dejar atrás las costumbres instaladas durante la dictadura, el artista supo fusionar arte y nocturnidad en espacios multidisciplinarios que funcionaron al mismo tiempo como boliches, bares y centros culturales, con un repertorio que incluía desfiles, exposiciones y obras de teatro, donde se cruzaban los mundos hasta entonces antagónicos de los artistas e intelectuales, los empresarios, el universo fashion y la farándula.

De Loof concibió sus desfiles como espacios disruptivos donde a contramano de cuerpos esbeltos y torneados dio lugar a las disidencias corporales y sexuales. En sus pasarelas, los modelos bailaban y actuaban con las ropas que el artista había compuesto con retazos, prendas de segunda mano, papel y revistas, además de atuendos confeccionados con técnicas como el ñandutí, el bordado, el patchwork y el reciclaje, entre otros.

Sus diseños, bautizados como Trash Rococó, son herederos de la fascinación de la sociedad criolla por el estilo francés, las pinturas de Fragonard y los palacetes de nuestro dorado fin del XIX y principio del siglo XX. Fanático de Madonna y el arte kitsch, muchos de sus diseños con materiales que rescataba del cottolengo Don Orione.

De Loof también fue una referencia para otros íconos contraculturales de los como Omar Chabán o Batato Barea. Y hasta llegó a vivir un tiempo con el músico Luca Prodan en una casa de la calle Alsina. Su época más emblemática fueron sin embargo los 90, cuando tras irrumpir en la Bienal de Arte Joven de 1989 consolidó su leyenda cuando copó la movida under con espacios como «Bolivia», «El Dorado», «El Morocco» y «Ave Porco».

«Tengo un nombre, tengo apellido, soy de clase media, no terminé la secundaria: soy como cualquier persona. No tengo títulos, no soy curador de museo. Soy autodidacta, hice la calle y llegué acá. La gente se fascina con que pueden ser ellos los que llegaron acá, se ponen felices y lo comparten conmigo. Yo siempre hice moda para pobres y feos», se definió en una entrevista reciente.

En estos días, bajo el título «¿Sentiste hablar de mí?» tiene lugar en el Museo de Arte Moderno una exposición que recorre obras de los años 80 a la actualidad, con algunos de sus trabajos tempranos, cuando el artista formaba parte de una nueva generación que usaba la moda y la pasarela como forma de expresión y que se dio a conocer durante las Bienales de Arte Joven que el gobierno democrático inauguró en 1989.

La exhibición, distribuida a lo largo de nueve salas, da cuenta además de los espacios nocturnos que lo tuvieron al frente durante la década del 90 y el 2000 eincluye varios de los collages e intervenciones fotográficas que llevó a cabo de De Loof en la revista Wipe, de la que fue socio fundador, además de revisarse sus incursiones en poesía y en teatro, donde realizó una versión del Werther de Goethe.

«De Loof vinculó su personalidad excéntrica y desprejuiciada con su obra al punto de que, en muchos casos, se hacen indiscernibles. Siempre en el límite entre el arte, la moda, el diseño y el escándalo, la figura de De Loof tiene un pie dentro y otro afuera de cualquier sistema. Creador de ‘una moda hermosa para pobres y feos’, su figura se desliza vertiginosa como el creador de un obra que combina el quehacer comunitario y la expresión individual, la pobreza y el lujo, el paladar aristocrático y el gozo popular», definió la curadora Lucrecia Palacios en diciembre pasado, cuando se inauguró la muestra.