Exiliada durante la Guerra Civil y el régimen franquista, fundó compañías de teatro en Uruguay, Argentina y Chile
Margarita Xirgu fue una actriz española que trabajó numerosas compañías de teatro de aficionados antes de iniciar su trabajo como profesional en el teatro Romea de Barcelona. Se destacó por un talento sin igual y por su firme ideología política en un momento complejo para la sociedad española.
Margarita Xirgu i Subirà nació el 18 de junio de 1888, en Molins de Rei, Cataluña y comenzó su carrera teatral en Barcelona en 1906 y luego se unió al Teatro Principal en 1911, del que se convirtió en su directora. A pesar de su talento, tuvo que enfrentarse al desprecio, motivado principalmente por la política. César González-Ruano escribió en Arriba, un periódico fascista de España, que su estilo actoral era “pretencioso, insufrible y monótono” y Dalí comparó su voz con “el nido de una avispa”.
Pero por otra parte, García Lorca la consideraba una actriz cautivadora que “arrojaba puñados de fuego y jarras de agua fría sobre públicos adormecidos”.
En 1936, cuando estalló la Guerra Civil, en la que el general Franco lideraba a las fuerzas fascistas, Xirgu se encontraba en América Latina de gira, de este lado del océano actuaba y producía los dramas de García Lorca.
Cuando Franco tomó el poder, en 1939, Xirgu vivía en Argentina. Como persona de izquierda y lesbiana, no podía regresar a su país natal y esperar sobrevivir en medio de la dictadura. Durante el exilio fundó compañías de teatro en Uruguay, Argentina y Chile.
Según escribe Catherine Boyle, una académica que estudia la cultura de América Latina, sus producciones experimentales fueron «una revelación» para el público, “exponiendo el subdesarrollo” de los teatros locales y la necesidad de escuelas modernas de teatro en las universidades de Chile, Uruguay y otros lugares. Xirgu dirigió la Comedia Nacional Uruguaya y la Escuela de Arte Dramático de Montevideo que lleva su nombre.
La actriz tenía intenciones de regresar a España en 1949, pero seguía siendo una paria política. Cuando la prensa franquista supo de sus planes, atacó la idea fuertemente. Finalmente murió en Montevideo veinte años después, el 25 de abril de 1969, y sus restos se enviaron a su pueblo natal en Molins de Rei en 1988, más de una década después de la muerte de Franco. Se dice que, antes de morir, dijo que los griegos tenían razón: el exilio era el más terrible de los castigos.