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A 15 años de Cromañón: la vida antes y después de la tragedia


Mailín Blanco estuvo presente en el recital de Callejeros del 30 de diciembre de 2004 donde fallecieron 194 personas, entre ellas su hermano. A partir de la lucha y el amor logró salir adelante

Mailín Blanco estuvo presente en el recital de Callejeros del 30 de diciembre de 2004 donde fallecieron 194 personas, entre ellas su hermano. A partir de la lucha y el amor logró salir adelante

Por Matías Gregorio

Callejeros, la banda de rock argentina del momento, despedía el 2004 en una noche de extremo calor en el boliche República de Cromañón. Aquel 30 de diciembre, Mailín Blanco, de 16 años, que vivía en el barrio de Barracas, asistió al show junto con dos amigos y su hermano, Lautaro, de 13 años. Mailín era la mayor de cuatro hermanos y con toda su familia iba seguido a recitales.

Decidieron ir temprano para ver a «Ojos Locos», la banda que tocaba antes que Callejeros. Al terminar la presentación del grupo telonero, la joven percibió que había mucha gente en el lugar y pensó en irse, pero se terminó quedando.

Mailín y «Lauti» estaban bajando las escaleras del entrepiso cuando empezó a tocar Callejeros. Sonaban los acordes de Distinto, el tema que abre el disco «Rocanroles sin Destino». En ese momento, el saxofonista señala el techo: una bengala del público había provocado que la media sombra del lugar se prendiera fuego. La fiesta se convirtió en pesadilla y un humo tóxico se apoderó del boliche; el oxígeno comenzó a faltar y la luz se cortó.

A raíz del incendio y de la imposibilidad de evacuar el local con normalidad dado que una de las salidas se encontraba cerrada con un candado y alambres, murieron 194 personas, casi todas por la inhalación de diferentes gases (principalmente monóxido de carbono y ácido cianhídrico), asfixia y quemaduras. Entre ellas estaba Lautaro Blanco, que se separó de la mano de su hermana en medio del tumulto de gente que intentaba escapar cuando el lugar quedó a ciegas.

El siguiente recuerdo de Mailín es a las 6 de la mañana, en el Hospital Ramos Mejía. Había perdido la conciencia en medio del caos y alguien la llevó afuera. Los primeros 10 días estuvo en terapia intensiva con los pulmones y las vías respiratorias muy comprometidas. Luego le hicieron una traqueotomía y su estado de salud mejoró, por lo que catorce días después decidieron contarle la verdad completa de lo que había sucedido.

«Me invadió una sensación de mucha tristeza, bronca e impotencia. Trataba de entender qué era lo que había pasado y cómo había pasado», narró Mailín en diálogo con CLG, al cumplirse este lunes 15 años de una de las mayores tragedias no naturales ocurridas en Argentina.

Mailín Blanco en el santuario de Cromañón. Foto: Germán García Adrasti (Clarín).

El amor después del dolor

Después de estar internada en los hospitales Ramos Mejía e Italiano, Mailín recibió el alta médica el 21 de enero. Posteriormente empezó un proceso de recuperación ambulatoria que le demandó un año. A medida que pasaba el tiempo, su visión sobre lo vivido iba tomando otro matiz: «Fui tratando de procesar lo que nos pasó desde otro lugar, dejando que la tristeza y el dolor estén, pero intentando resignificar esos sentimientos en cosas más positivas y en una lucha para que Cromañón no se repita y para que la vida le gane a la muerte», expresó.

Así fue que a mediados de 2005 se sintió preparada para asistir a una reunión de sobrevivientes de Cromañón. En un departamento en Barracas se juntaban a charlar sobre la tragedia, planificaban un festival para pedir justicia o simplemente compartían tiempo juntos. En esos encuentros conoció a Federico Soto, un joven cinco años mayor que no sólo había estado en Cromañón, sino que también había perdido a su hermana, Laura, de doce años.

Un año después del primer encuentro, en septiembre de 2006, ya eran novios y viajaban en micro rumbo a Córdoba, unidos por el mismo dolor. Fueron dos de las 20 mil personas que se reunieron en el estadio Chateau Carreras para escuchar la vuelta de Callejeros.

El amor los llevó a ser marido y mujer y, con el correr del tiempo, llegó su primera hija, Julieta, de cinco años, y hace poco más de un año nació Luca, su segundo hijo. «El hecho de que a partir de Cromañón haya conocido a Fede, me haya enamorado y años después hayamos formado una familia fue algo que colaboró mucho para que pudiera darle otro sentido a todo lo que pasó. Logré mirar la vida desde otro lado», reconoció Blanco.

La pareja forma parte de la agrupación «No nos cuenten Cromañón«, creada por sobrevivientes y familiares de víctimas para defender la inocencia de la banda, generar conciencia, mantener la memoria y exigir justicia.

La familia que formaron Mailín y Federico. Foto: Infobae

La causa

La tragedia de Cromañón tuvo cuatro juicios orales en los que fueron juzgadas 26 personas, de las cuales 21 fueron condenadas y 18 de ellas fueron a prisión. Pero todos ya salieron de la cárcel y la mayoría tiene la condena cumplida. Excepto un inspector del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que fue condenado pero su caso no está cerrado.

El único que sigue detenido es Eduardo Vázquez, baterista del grupo de rock Callejeros, pero por el crimen de su esposa Wanda Taddei, por el que fue condenado a prisión perpetua y está en la cárcel de Ezeiza.

El primer juicio por Cromañón fue el que se conoció como «Bomberos», una derivación de la investigación por el incendio del local. Se juzgó y condenó a empresarios e integrantes de la Superintendencia Federal de Bomberos de la Policía Federal por pagar y cobrar coimas a empresas por certificados de tratamientos contra incendios.

El segundo juicio fue el más trascendente, ya que investigó el incendio del lugar que provocó la muerte de 194 personas y lesiones en más de 1.400. Fueron juzgados el gerenciador de Cromañón Omar Chabán, los músicos de Callejeros y tres funcionarios del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, entre otros.

Chabán recibió 20 años de prisión; el mánager de Callejeros, Diego Argañaraz, y el subcomisario Carlos Díaz, 18 años; las ex funcionarias Fabiana Fiszbin (era subsecretaria de Control Comunal del gobierno porteño) y Ana María Fernández (ex directora adjunta de Fiscalización y Control), dos años y cuatro meses; y la mano de derecha de Chabán, Raúl Villarreal, un año en suspenso y tareas comunitarias. Los magistrados entendieron que cometieron el delito de estrago doloso porque debieron haberse representado que una tragedia así podría ocurrir por los incendios anteriores que tuvo el boliche y por el pago de coimas para que no sean controlados por la Policía Federal. En tanto, a los funcionarios se les reprochó el delito de incumplimiento de sus deberes.

En ese juicio fueron absueltos los músicos de Callejeros Patricio Fontanet, Eduardo Vázquez, Juan Carbone, Christian Torrejón, Maximiliano Djerfy, Elio Delgado y Daniel Cardell; el comisario Miguel Angel Belay y el ex director general de Fiscalización y Control Gustavo Torres. Pero la decisión fue revocada por la Cámara Federal de Casación Penal, que en abril de 2011 modificó el delito –dijo que se trató de un estrago culposo, que tiene una pena menor– y condenó a los Callejeros al considerarlos coorganizadores con Chabán del recital, además de reducir las penas del resto de los condenados.

Patricio Fontanet, ex líder de Callejeros, el último de los músicos en salir de la cárcel.

El tercer juicio por la tragedia de Cromañón finalizó el 13 de julio de 2012. Fueron juzgados Rafael Levy, dueño del complejo donde estaba el boliche, el comisario Gabriel Sevald y tres ex funcionarios de seguridad del gobierno de la ciudad de Buenos Aires: el secretario Juan Carlos López, el subsecretario de Seguridad Urbana, Enrique Carelli, y el director del Servicio de Seguridad Privada, Vicente Rizzo. El único condenado fue Levy. Recibió una pena de cuatro años y medio de prisión por el delito de incendio culposo calificado. Fue detenido el 5 de diciembre de 2014 y ya salió de la cárcel de Ezeiza con libertad condicional.

Los funcionarios juzgados en los dos juicios integraron el gobierno de Aníbal Ibarra, quien fue destituido en marzo de 2006 en un juicio político que hizo la Legislatura porteña por el caso Cromañón. En la causa estuvo imputado, pero fue sobreseído en todas las instancias.

El cuarto y último juicio lo realizó el Tribunal Oral Criminal 3. El inspector del gobierno de la ciudad Roberto Calderini fue condenado en abril de 2016 por haber cobrado coimas para habilitar irregularmente Cromañón. La pena es de cumplimiento efectivo pero Calderini está libre y su condena bajo revisión. Si es confirmada será detenido y se convertirá en el último condenado y detenido por la tragedia de Cromañón.

Para la entrevistada, «la Justicia tuvo una oportunidad muy grande y la desaprovechó». «A partir de Cromañón quedaron al descubierto un montón de negocios y de redes de corrupción que permitían y permiten que el sistema de seguridad e inspecciones de la Ciudad de Buenos Aires no funcione como debería funcionar», declaró Mailín.

«En vez de desenmascarar esa red, fueron cómplices y cortaron el hilo por lo más delgado, apuntando a los músicos y dejando de lado a los funcionarios y al Estado, quienes considero que son los principales responsables de lo que pasó en Cromañon», manifestó.

La sobreviviente hizo referencia al accidente ferroviario de Once, al hundimiento del submarino ARA San Juan, e incluso a la explosión del edificio situado en Salta 2141 de Rosario por una fuga de gas para argumentar que «cromañoñes se siguen reproduciendo en diferentes puntos del país». «Por eso digo que la Justicia tenía la oportunidad de hacer un punto de inflexión a partir de una sentencia ejemplificadora que lograra que este sistema no se reproduzca más, pero no, le dio la derecha y se sigue priorizando el dinero por sobre la vida humana», subrayó.

Omar Chabán, el ex gerenciador de Cromanón que falleció en 2014 mientras cumplía prisión domiciliaria. Foto: NA

Expropiación nunca concretada

Desde el 30 de diciembre de 2004, la Legislatura porteña fue escenario de acalorados debates que definieron la suerte de encumbrados políticos, la asignación de subsidios, el homenaje a las víctimas y hasta intentos nunca concretados para la expropiación del edificio de Mitre al 3000.

En este sentido, el 2019 se inició con malas nuevas para los sobrevivientes y familiares: a fines de febrero denunciaron que el dueño del local donde funcionaba el boliche, el condenado Rafael Levy, había retomado el control del predio y comenzaba a hacer modificaciones.

Distintas organizaciones denunciaron que dentro de Cromañón ya no se encuentran las pertenencias de los sobrevivientes y que pintaron las paredes tapando las huellas de las manos de quienes no pudieron salir del lugar que al momento de la tragedia contaba con más de tres mil personas, cuando sólo estaba habilitado para algo más de mil.

Rafael Levy, dueño de Cromañón y uno de los últimos condenados por la tragedia. Foto: NA

«Levy es una persona que está acusada de varios delitos, entre ellos el de tener locales donde funcionan redes de trata de personas», aseguró Mailín, y dijo que «se le devolvió el boliche al dueño en vez de repensarlo y de creer que el Estado podría expropiarlo y hacerlo funcionar como un espacio de memoria, lo que muestra que para el sistema Cromañón no fue nada».

En febrero y marzo se presentaron dos proyectos para proteger el sitio como un espacio de memoria, a través de una «patrimonialización» o gracias a la simple expropiación, pero las iniciativas no consiguieron siquiera ser discutidas en comisiones.

Sin embargo, la Legislatura sí dio este año su visto bueno a la construcción de un monumento en memoria de los fallecidos, que había sido ordenada por un fallo judicial.