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A 14 años de la muerte de Fontanarrosa, el recuerdo de la Mesa de los Galanes


CLG dialogó con Ricardo Centurión, uno de los "galanes", quien recordó a su amigo, las figuras que pasaron por la mesa y su pasión por el fútbol: "Le tenían que dar un premio y no fue porque jugaba Central"

Dibujante, escritor, humorista, pero por sobre todo rosarino. Roberto Fontanarrosa es uno de los íconos indiscutidos de la ciudad y este lunes se cumplen 14 años de su partida. Cuando se fue, el Negro dejó una silla vacía en una de las mesas más conocidas del mítico bar El Cairo: la Mesa de los Galanes. Aquel grupo de amigos que casi diariamente se juntaban para una charla de café fue una de las principales fuentes de inspiración para su obra, e incluso le dio el nombre a uno de sus libros. En ese sentido, CLG dialogó con Ricardo Centurión, uno de los «galanes» de aquella mesa, quien recordó las conversaciones y burlas entre amigos, y principalmente quién fue el Negro Fontanarrosa.

La primera pregunta para el integrante de una de las mesas de café más conocidas de la ciudad fue ineludible, ¿por qué la Mesa de los Galanes?: «Fue una ironía del Negro. Decirles galanes era una estafa más grande que vender un caballo con dientes de madera», bromeó rápidamente Centurión. «A los más grandes de la mesa, que en ese entonces tenían 50 años, les decíamos ‘viejos’ y todo lo que le podíamos agregar para molestarlos, entonces así salió la Mesa de los Galanes», agregó.

Sin embargo, fue un programa radial el que difundió el nombre de la mesa: «El que le daba manija era el ‘Pelado’ Reynoso, que era director de teatro y tenía un programa de radio de cinco horas a la noche, entonces cuando se le terminaba el repertorio empezaba a hablar de la Mesa de los Galanes de El Cairo. Venía la gente a la noche al bar y le preguntaban al mozo cuál era la Mesa de los Galanes, que respondía ‘ahí tiene señora, llévese el que quiera, pero no hay devoluciones’ y esas pavadas. Fue una ironía, de galanes teníamos poco».

Centurión también contó que este grupo de amigos se inició allá por la década del ochenta, aunque reconoció que no hay mucha certeza con respecto al calendario: «Tenemos una fecha que fue cuando armamos un equipo de fútbol, y eso fue allá por el 81 o el 82. Pero lo tomamos con pinzas, porque cada uno de la mesa te va a decir fechas distintas».

Por otra parte, señaló que no siempre se dieron cuenta de la magnitud de la figura de Fontanarrosa: «Nosotros decíamos ‘qué va a ser artista si vive a la vuelta de mi casa’. Nosotros no lo alabábamos mucho con él presente, pero a pesar de que vos estabas todos los días con él, te sorprendía igual. A veces agarrábamos una historieta o un libro y decíamos ‘mirá lo que escribió este'».

Por aquella Mesa de los Galanes no sólo pasó ese grupo de amigos, sino que también se sentaron figuras de renombre mundial: «Tuvimos la suerte de estar con tipos que lo querían conocer, como Galeano, Sabina o Silvio Rodríguez. Tenían una admiración por el tipo que te hacía dar cuenta que estaba más alto de lo que lo veíamos. Galeano nos dijo ‘escribo cosas que el Negro ya escribió y me doy cuenta que lo copié'».

«Nosotros no hemos sido grandes lectores de él», reconoció Centurión. «Él cada vez que sacaba un libro te lo traía dedicado y yo le decía ‘ya lo voy a leer’. Después, cuando él murió agarrar sus libros era toda una historia. El Negro tiene muchos fanáticos y te hablan de todos sus cuentos, cualquiera nos pinta la cara», indicó.

Muchos de los que lo conocían aseguran que la mayor pasión de Fontanarrosa, aún más que escribir o dibujar, era el fútbol y su amor por Rosario Central. «Hubo alguien que dijo ‘si al Negro le dan el Premio Nóbel y juega Central, no va’. Pasó algo parecido, le tenían que dar un premio y no fue porque jugaba Central», relató Centurión.

«Todo se regía por el fixture de Central. Era su pasión, no sé si no estaba en el primer lugar. Él iba a ver la reserva y venía y nos contaba. En un momento nos decía que había un pibe en tercera que jugaba muy bien y lo seguía. Era el Kily González», añadió.

La silla vacía 

La muerte de el Negro aquel 19 de julio de 2007 dejó un hueco en esa mesa de café, que lo recuerda con mucho cariño: «La mesa quedó media desmadrada. El tiempo pasa y por ahí se lleva a alguno. Pero la gente siempre te lo trae al Negro».

Fontanarrosa quedó como un símbolo de Rosario y eso se ve todos los días: «Ayer estaba tomando un café en El Cairo y veo gente que entra, se saca una foto con el Negro y se va», contó Centurión.

Incluso, su figura llega a los colegios: «Hay chicos de la escuela primaria que lo están leyendo para hacer algunos trabajos y creo que lo mejor que le pueden transmitir a los chicos es la persona que era el Negro, un ser maravilloso».

Hay una conocida frase de Fontanarrosa que resume muy bien lo que la amistad significaba para él. Cuando le preguntaron qué soñaba para su hijo, respondió: «Que sus amigos sonrían cuando lo vean venir».