Un informe de la UIA advierte que el sector manufacturero profundiza su retroceso, con fuerte impacto en el empleo y las Pymes
La actividad industrial volvió a mostrar números preocupantes. Según datos proyectados por la Unión Industrial Argentina (UIA), la producción cayó 6% en noviembre, consolidando una tendencia negativa que atraviesa a la mayoría de los rubros y expone las consecuencias de un modelo económico que prioriza la apertura importadora por sobre el fortalecimiento del entramado productivo local.
El informe de la central fabril revela descensos interanuales y mensuales en sectores clave, con una demanda interna debilitada y un escenario cada vez más complejo para sostener el empleo industrial. La construcción volvió a ser uno de los rubros más golpeados: los despachos de cemento cayeron 7,7% y el índice Construya retrocedió 7,1%, reflejando el freno de la obra y la inversión.
La industria automotriz también sufrió un fuerte impacto, con una baja del 22% en la producción, explicada por la caída de las ventas internas y los feriados, mientras que el sector de bebidas registró un descenso del 6,9%. A esto se suma la caída del 5,8% en el consumo eléctrico de grandes usuarios industriales, otro indicador claro del parate productivo.
Pymes al límite y empleo en riesgo
El cuadro es aún más crítico para las pequeñas y medianas empresas. La UIA advierte que las Pymes acumulan una caída del 4,1% en la producción y del 4,6% en el empleo, con un 81% de las firmas presionadas por el aumento de costos y un 37% que perdió participación en el mercado interno frente a la competencia de productos importados, especialmente de origen chino.
“Los indicadores de producción y confianza siguen en zona contractiva”, alertaron desde la entidad, subrayando un contexto que lejos está de mostrar señales de recuperación sostenible.
El acero, una excepción en un panorama sombrío
Dentro de un escenario mayormente recesivo, la producción de acero aparece como uno de los pocos datos positivos, con un leve crecimiento mensual del 0,4% y un alza interanual del 10,7%, impulsada principalmente por la demanda vinculada a Vaca Muerta. Sin embargo, incluso este sector enfrenta incertidumbre ante el avance de insumos importados que podrían desplazar a proveedores locales en los próximos proyectos energéticos.
En contraste, los sectores demandantes del acero siguen mostrando debilidad: la construcción continúa sin recuperarse, la industria automotriz profundizó su caída y la línea blanca atraviesa un cierre de año crítico, marcado por sobreoferta, caída de volumen y presión importadora.
Un modelo que no reactiva
Si bien algunas proyecciones para 2026 apuestan a una eventual estabilidad macroeconómica y a una buena cosecha, en la industria crece el consenso de que sin políticas activas de protección, financiamiento y estímulo al mercado interno, la recuperación será parcial y desigual.
La apertura indiscriminada de importaciones, en un contexto de consumo deprimido y crédito restringido, aparece como uno de los principales factores que explican el deterioro del sector. Mientras algunos rubros ligados a la energía muestran dinamismo, la industria nacional en su conjunto sigue pagando el costo de un rumbo económico que deja a la producción y al trabajo en un segundo plano.
