Por José Odisio - CLG
Por José Odisio
El hincha de Newell’s entró en zona de angustia. Lo que parecía imposible, ahora puede suceder. La negligencia dirigencial de aguantar a Fabbiani en su cargo puso a la Lepra con riesgo de descender. Y por estas dos semanas, la preocupación, la bronca y las suplicas estarán instaladas en el Parque.
Inevitablemente, el hincha leproso mirará la zona baja de la tabla anual una y otra vez. Y ya palpita un fin de semana de nervios, donde estará pendiente del partido entre Newell’s y Huracán, pero también seguirá de cerca lo que suceda con Aldosivi, San Martín de San Juan, Godoy Cruz, Talleres, Atlético Tucumán y Gimnasia. Increíble, pero real. Aunque todo tiene una explicación.
Luego de la derrota ante Belgrano por Copa Argentina Fabbiani debió dar un paso al costado. Astore lo bancó unos días más, pero la paliza que le propinó nuevamente el Pirata debió ser el fin de ciclo. Lo vio la pareja del Ogro, que publicó en redes “hermosa cama”; lo vio el hincha, lleno de bronca por el papelón. Astore también lo vio, pero sin espalda política pensó que los ocho puntos que separaban a Newell’s del descenso eran muchos. Después pasó el empate milagroso con Estudiantes, la paliza de Boca, otra igualdad como se pudo con Tigre y otra bochorno con goleada ante Argentinos. Dos puntos de quince, que seguramente con Bernardi u otro interino hubieran sido algunos más. Y esa pequeña diferencia de uno, dos o tres unidades, es la que pone a Newell’s hoy en riesgo de dilapidar más de sesenta años ininterrumpidos sin descender.
El equipo tiene jerarquía limitada. Eso ya no se puede cambiar. Pero los que pelean abajo tampoco tienen futbolistas que marquen diferencias. Será dos fechas donde habrá que jugar con el corazón (eso es algo que se vio ante Unión), también con la cabeza, y con el fútbol que se pueda. Serán dos finales que definirán meterse en la peor crisis futbolística que se recuerde, o zafar y esperar que la próxima dirigencia corrija el rumbo.
El hincha va a dormir poco en estos días. Va a mirar una y otra vez la tabla, como si hacerlo pudiera modificarla. Habrá momentos de pesimismo, otros de esperanza. Habrá promesas, rezos, lágrimas, y tal vez alguna sonrisa en el final del camino. No era necesario llegar a esta situación, pero nada pasa por casualidad. Ahora hay que salir y aprender de los errores.
