Especialista en ciberseguridad analizó el crecimiento del acoso digital y los delitos informáticos. Advirtió sobre la falta de respuesta judicial
El avance de las tecnologías digitales trajo consigo una nueva y preocupante realidad: la del cibercrimen y el acoso en línea. En diálogo con LT3, Leonardo Gianzone, abogado y director de la Tecnicatura Universitaria en Ciberseguridad de la Universidad del Gran Rosario (UGR), explicó que la falta de controles y la sensación de impunidad que otorga el anonimato han convertido al cibercrimen “en una de las economías más grandes del mundo”.
“Hoy el cibercrimen es la tercera economía global, superando incluso a países como Alemania, Estados Unidos o China”, advirtió Gianzone, quien remarcó que el crecimiento de los delitos digitales —como el robo de identidad, las estafas electrónicas o el acoso en redes— está ligado a la facilidad con la que los delincuentes pueden operar sin ser detectados.
El especialista señaló que uno de los factores más preocupantes es el anonimato que habilita internet, lo que genera comportamientos que difícilmente ocurrirían en la vida real. “Las personas se sienten más seguras para realizar acciones violentas o intimidatorias desde un perfil falso o anónimo. Eso multiplica los casos de acoso digital y dificulta su rastreo”, explicó.
Durante la entrevista, Gianzone se refirió también al caso reciente de la periodista Agustina Peñalosa, víctima de hostigamiento en redes y en su vida personal, para ilustrar el impacto psicológico y social que genera este tipo de violencia. “El acoso digital no solo provoca miedo y ansiedad, sino que también puede dañar la reputación de las víctimas y afectar su entorno laboral y familiar”, sostuvo.
En Argentina existen normas que contemplan el acoso digital, pero según Gianzone, la respuesta judicial suele ser lenta y poco efectiva. Por eso, recomendó a las víctimas realizar denuncias formales para activar los mecanismos legales disponibles, aunque reconoció que el sistema aún presenta “grandes deficiencias en la implementación y en la investigación de los casos”.
El especialista también mencionó la experiencia de la “Ley Olimpia” en México, que sanciona la violencia de género digital, y consideró que podría servir como modelo para avanzar en legislación local que proteja a las víctimas en el entorno virtual.
Finalmente, advirtió que los delitos informáticos no solo afectan a las personas, sino también a las empresas e instituciones, con ataques que van desde hackeos hasta secuestros de información (ransomware). “Los delincuentes pueden operar desde cualquier parte del mundo, con servidores externos y técnicas que ocultan su identidad. Eso hace que rastrear una transferencia fraudulenta, por ejemplo, sea extremadamente complejo”, concluyó.
Gianzone remarcó la necesidad de fortalecer la educación digital, las políticas de prevención y la cooperación judicial internacional para enfrentar un fenómeno que, según dijo, “crece al ritmo de la tecnología y amenaza tanto la seguridad individual como la colectiva”.
