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Opinión: «El gobierno no levanta cabeza»


Por Diego Añaños - CLG

Por Diego Añaños – CLG

En un archiconocido video de Crónica de hace unos cuántos años atrás, una reportera se acerca a un herido producto de un accidente de tránsito, y se inicia un desopilante diálogo. Cuando la cronista le pregunta qué sucedió, el conductor, Ricardo, le dice: “Yo venía pisteando como un campeón, y no sé qué se me cruzó . . .”. Es probable que el presidente sienta algo parecido. Venía pisteando como un campeón y se le cruzó la Realidad. Luego de un 2024 de grandes éxitos, el 2025 se le vino encima y la sensación que tiene hoy es que le cayó un piano en la cabeza. Dado su esquema de pensamiento, hay sólo dos razones que expliquen sus desventuras: o es mala suerte, o es una conspiración de los kukas. No hay espacio para pensar en errores propios, eso no está en el radar de Milei, porque él no se equivoca, NUNCA.

Nicolás Maquivelo, en El Príncipe, reconoce que la Fortuna (el azar) existe. Es decir, la suerte puede jugar a favor o en contra. Por eso, un gobernante debe valerse de la Virtud para poner a los acontecimientos de su lado. Jamás debe apostar a que la suerte le resuelva los problemas, sino que debe valerse de su audacia, su astucia y el conocimiento de la Naturaleza humana, para estar en control de la situación. Evidentemente el presidente, demasiado confiado en sus capacidades técnicas, imaginó que tendría siempre a la Fortuna de su lado, y nada podía salir mal. Y los hechos le pasaron por encima. Javier Milei es del tipo de personas que se enfurecen cuando la Realidad no reacciona de acuerdo a las previsiones de los libros de texto. Es por eso que no entra en su cabeza que en cuestión de meses todo su programa haya estallado por los aires. Porque hay que decirlo, hoy no queda casi nada del plan original: sólo el ajuste fiscal. La política monetaria y la cambiaria muestran oscilaciones permanentes, y es raro que una decisión se consolide en el tiempo. La suspensión temporaria de las retenciones es un claro ejemplo del esquema de improvisación permanente. Es parche, sobre parche, sobre parche. El único objetivo es que la situación no desmadre antes del 26 de octubre. Sólo eso.

Desde LLA estaban convencidos de que un par de tweets y una foto tendrían una efecto balsámico sobre las tensiones desatadas en el sistema financiero local. Fantaseaban con que bastaba con que un garante de primer orden a nivel global ofreciera su asistencia para que las puertas de la Tierra Prometida se abrieran para la Argentina. Pero claro, cuando tu programa económico ya se fumó casi 90.000 millones de dólares, y sigue aullando por financiamiento permanente, que Donald Trump de saque de los pelos del fondo de la pileta no parece ser una señal positiva (al margen de las inestabilidades emocionales del presidente de los EEUU, que en cualquier momento puede arrepentirse de lo que acaba de afirmar). Luego de un par de días de aparente calma, el dólar volvió a despertarse, los bonos volvieron a caer y el Riesgo País voló por los aires. El gobierno sólo atinó a volver sobre sus pasos (una vez más), y volver a ajustar un poco más el cepo (prohibiendo los movimientos cruzados entre el dólar oficial y los dólares financieros, y cerrando el grifo de la venta de divisas desde las billeteras virtuales). A renglón seguido, anunció un nuevo encuentro entre Milei y Trump para el 14 de octubre, como si en anterior hubiera tenido algún efecto positivo. En fin, un delirio.

En el plano local la escena política no para de deteriorarse para el gobierno. La situación de José Luis Espert es cada vez más precaria. El nivel de exposición de sus vínculos con el narcotraficante Fred Machado son obscenos, y no hay modo de ocultarlos. No sólo la oposición kirchnerista pide su cabeza, sino que desde las entrañas mismas del gabinete, Patricia Bullrich muestra su molestia desde las redes sociales. Paralelamente, se consolida el armado de los gobernadores de Provincias Unidas (que esta semana se reunieron en Chubut), y no es para desestimar su relevancia. Los seis mandatarios fueron eventuales aliados del oficialismo, y fueron perdiendo su condición de tales ante el permanente destrato y el retaceo de fondos por parte de la Rosada. Representan una amenaza directa para los libertarios, dado que pescan en la misma pecera electoral, lo cual dispersa el voto disconforme de la centro derecha. En este sentido las lecciones de la Historia son concluyentes: cuando los canales de expresión de un espacio ideológico se dividen, las expectativas de victoria disminuyen aceleradamente. El gobierno se juega la vida el 26 de octubre, pero los gobernadores no, ya que tienen su mirada puesta en 2027, y en ese horizonte Milei es un adversario.

Sin embargo hay un detalle no menor, que nadie debe perder de vista. Si bien El León es un competidor directo para los otros candidatos de la centro derecha, también representa al mismo electorado, como sugeríamos anteriormente. Es decir, si bien se impone la necesidad de abrir el camino de la diferenciación, que destaque el fracaso de la gestión libertaria, la estrategia requiere de cierta precisión quirúrgica. Porque si la crítica va más allá de lo deseable, favorece el crecimiento de la opción pan peronista. O sea, el esmerilado de la figura de Milei no debe habilitar la posibilidad de que los votantes saltarines (aquellos que pendulan sin inhibiciones de un extremo al otro del espectro político), decidan cambiar nuevamente la orientación del voto y virar hacia el progresismo. Evidentemente en eso anda Mauricio Macri por estos días.