Desde el barrio La lagunita, en la zona oeste de Rosario, advierten de una situación crítica y desmienten los números del Indec en relación a la pobreza
En el barrio La Lagunita, ubicado en la zona oeste de Rosario, la crisis social se refleja en la mesa diaria. Nelson Mansilla, referente del centro cultural La Gloriosa, cuestionó los números oficiales de pobreza difundidos por el Indec y aseguró que la situación en los barrios populares está lejos de mostrar mejoras.
“La realidad es que se están manejando números totalmente irreales. La medición del Indec que marca el 31,6% está fuera de la realidad. Venimos pasando en estos últimos años un crecimiento de gente que va a los merenderos y comedores a buscar la ración de comida”, señaló Mansilla en diálogo con LT3.
Hasta hace poco, La Gloriosa entregaba unas 100 raciones diarias, pero hoy esa cantidad resulta insuficiente frente al aumento de la demanda. El referente barrial destacó además un cambio en el perfil de quienes piden ayuda: “Los trabajadores que antes colaboraban con el merendero, ahora vienen a pedir comida”.
La falta de recursos es otro factor crítico. Desde hace más de dos años, el espacio no recibe partidas nacionales, y los aportes provinciales y municipales alcanzan apenas al 10% de lo que solían percibir. Para sostener la tarea dependen de donaciones de instituciones locales, organizaciones sociales y clubes como Newell’s y Central, que colaboran con módulos de alimentos.

Mansilla advirtió también sobre el peso del narcotráfico en contextos de exclusión: “En el barrio hay tres bunkers. No hay mucho que investigar. Cualquier barrio popular de Rosario tiene gente vendiendo”. Según explicó, mientras las bandas ofrecen salidas rápidas, las organizaciones comunitarias apenas logran sostener talleres con herramientas básicas.
La crisis golpea además a los adultos mayores. El referente relató que para comprar un tensiómetro tuvieron que organizar una venta de empanadas, ya que el dispensario local no contaba con ese insumo. “Los jubilados están en una situación desesperante, con pensiones mínimas que no alcanzan ni para medicamentos”, afirmó.
Mansilla, que llegó a La Lagunita desde Chaco a los cinco años, recalcó que la pelea barrial no se abandona pese a las dificultades: “Nos encontramos con un escenario de pánico, donde no sabemos qué hacer. Pero seguimos poniendo el cuerpo, porque quienes sufren son nuestros amigos, familiares y vecinos”.
