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Opinión: «Y, finalmente, el gobierno salió del clóset…»


Por Diego Añaños - CLG

Por Diego Añaños – CLG

Les puedo asegurar que cada semana hago el intento. Trato de meterme con los temas de la coyuntura económico-política de manera profesional, haciendo el esfuerzo de alejarme de mis prejuicios, mis elecciones personales y mis deseos. No me lo planteo como un camino hacia la búsqueda de la objetividad, porque no creo que eso exista (ni sea necesario, por qué no), pero sí procuro encararlo desde la honestidad y la seriedad. Pero qué quieren que les diga, con estos muchachos se me complica. Siempre recordamos la sentencia de Marx en la introducción de “El 18 brumario de Luis Bonaparte” donde afirma que la historia suele repetirse, sólo que la primera vez ocurre como tragedia y la segunda como farsa. Pues parece que el economista renano le faltó conocer a la Argentina. Estamos asistiendo a una nueva repetición de una historia, la tercera, la cuarta, ya perdimos la cuenta. El tema es que ni siquiera podemos decir que es una comedia, porque nos quedaríamos cortos. Podría decir que esto es un carnaval carioca, sin intención de ofender a nuestros queridos hermanos brasileños, pero no sé si es suficiente. Tal vez un circo de tres pistas . . . en fin.

A comienzos de esta semana, Claudio Jacquelin publicó una nota en el diario La Nación en la que se preguntaba si las dos semanas previas habían sido (como pensamos todos) las peores de la gestión Milei, o aún faltaban ver algo peor. A medida que van pasando los días vamos tomando conciencia de la pertinencia de la pregunta. Los audios en los que el ex titular de la Andis  denuncia una red de corrupción, involucran directamente a la hermana del presidente y a su mano derecha, Eduardo “Lule” Menem. Hay que tener en cuenta que Spagnuolo no era un personaje menor dentro del esquema íntimo del presidente. No sólo era su amigo y su abogado, sino que registra 38 visitas a Olivos y 48 visitas a la Casa Rosada. Una cuenta rápida me dice que, desde el inicio de la gestión, veía al Javier Milei al menos una vez por semana (mucho más que algunos ministros). Evidentemente los audios generaron una implosión al interior de LLA, y cuando todo parecía haber tocado fondo, aparecen Patricia Bullrich y los menem para ponerle la cereza a la torta de la payasada con aclaraciones que no hacen más que oscurecer. De ahí en más, todo montaña abajo. Críticas del todo el arco político, del periodismo en pleno, una mini corrida cambiaria, desplome de las acciones, disparada del riego país y el primer rechazo en pleno del Congreso a un veto presidencial. En resumen, un desastre.

Entonces, el gobierno, perdido por perdido, y sin la capacidad de controlar la agenda pública, porque ni siquiera la prestancia de Guillermo Francos pudo apagar los focos de incendio que se multiplicaban, fue por la maximalista. Decidió salir del clóset. Pero a toda orquesta, sin tapujos, y a quemar las naves. Al grito de “Con la Libertad no alcanza”, Patricia Bullrich presentó una denuncia penal ante la Justicia Federal, acusando a Jorge Rial, Pablo Toviggino, Franco Bindi y Mauro Federico, por una larga lista de delitos que sería largo de enumerar, pero que incluyen ser parte de una red de espionaje ilegal con conexiones con Irán, Venezuela y Rusia. Si, así como lo escuchan, según la Pato, los servicios de inteligencia de la izquierda perversa, se dedicarían a espiar a Karina Milei porque, según se supo, su receta de torta matera es un secreto de Estado. Un verdadero dislate, que incluyó un pedido de censura previa. Paralelamente, el secretario de Finanzas del ministerio de Economía, Pablo Quirno, y al grito de “Viva la intervención, carajo”, anunció que el Tesoro Nacional intervendría de manera directa en el mercado de cambios. Como bien dijo Leandro Renou en Página 12, es la segunda muerte del programa económico, luego de la vuelta al FMI.

A comienzos de la semana pasada, Carlos Pagni sugería que esta crisis era muy grave, porque no existía un fusible. Cualquier otro funcionario hubiera sido sacrificado, pero no había chance de entregar a la hermanísima. Muy buen punto. Ahora, es probable que debamos agregarle un elemento más al análisis que profundiza aún más la gravedad de la situación: es una crisis que, aunque tiene un líder, y claramente Javier Milei lo es, no tiene conducción. Hoy no hay un solo funcionario en el gobierno que quiera o pueda hacerse cargo de gestionar el caos que se generó puertas adentro de las Fuerzas del Cielo. Ni uno. Javier Milei, por su parte, y en diálogo con un medio francés, sólo empeoró las cosas. Intentó redoblar la apuesta, llevando al paroxismo la demonización de la oposición y afirmó que la pelea con el kirchnerismo: “Es a todo o nada, desde destruir el programa económico a intentar matarme”. Tengo tres noticias para el presidente. En primer lugar, nada en política es a todo o nada, por lo que se puede ir metiendo la hipérbole en el bolsillo del saco. La segunda: el programa económico lo destruyeron ustedes, Javier, no necesitaron ayuda de nadie. Nadie los obligó a intervenir los mercados, ni a subir impuestos, ni a pisar el tipo de cambio, ni a apretar empresarios, ni a ir al Fondo, ni a eliminar las Lefis de un día para otro. Repito, lo hicieron solitos. Tercero, y para ir terminando: según un estudio reciente de la Universidad de Michigan, es preciso que se produzca el impacto de 73.298 plantas de brócoli en áreas vitales del cuerpo para producir la muerte, por lo que los libertarios pueden quedarse tranquilos,  a este ritmo Javier va a vivir 150 años.