Por Dr. Alejandro Andersson (*)
El caso de beba olvidada por el padre en el interior del auto y que falleció tras permanecer encerrada varias horas, conmocionó a la opinión pública mientras se trata de buscar alguna explicación médica a lo que le ocurrió a este individuo.
Al margen de las pericias que se le realicen al padre, saber que hace unos años tuvo un
ataque cerebrovascular (ACV) puede acercar alguna respuesta.
Los ACVs son infartos, isquemias o hemorragias cerebrales ocasionados por arterias cerebrales que se tapan por trombosis o embolias o que se desgarran y sangran.
La secuela o daño que causa un ACV depende de la parte del cerebro afectada y del tamaño del área comprometida.
Habitualmente, cuando se piensa en la posibilidad de un ACV, se suele tener presente la secuela motora al recordar la imagen de un paciente hemipléjico. Sin embargo, además de motoras, las consecuencias pueden ser sensitivas, visuales, de coordinación, de la personalidad e, incluso, de la memoria y funciones cognitivas. También hay epilepsias secundarias.
Por lo tanto, sí existe la posibilidad de personas que se vuelvan diferentes, desmemoriadas o despistadas luego de un ataque cerebral. La amnesia global transitoria es otra situación muy conocida y de presentación paroxística cuando no se logra sostener nuestra actividad intelectual. Incluso, a veces indemostrable con los estudios complementarios.
Si se agregan los casos en donde el paciente queda con una epilepsia muy particular que genera ausencias y automatismos, se verá que el universo de posibilidades sobre el cual los médicos debemos investigar es muy amplio.
(*) Médico neurólogo. Director médico del Instituto de Neurología Buenos Aires (INBA).