En una jornada celebrada en la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), tres ingenieros agrónomos presentaron un análisis técnico y político sobre la erosión y degradación del suelo en la región pampeana, con foco en Santa Fe.
Organizada en torno al eje “pasado, presente y futuro”, la exposición advirtió que casi la mitad del territorio santafesino presenta procesos erosivos visibles, y alertó sobre un futuro sin sustento si no se revierten las prácticas actuales.
El diagnóstico fue tan profundo como urgente: un modelo agropecuario extractivista, escasa sistematización del terreno, presión climática creciente y déficit de planificación regional deterioran de forma irreversible la estructura y fertilidad del suelo.
La erosión, advierten, no solo compromete la producción agrícola, sino también el abastecimiento de agua dulce, la biodiversidad y la infraestructura rural.
Una crisis anunciada: de los mapas de suelo a las alcantarillas colgantes
El ingeniero Fernando Martínez repasó la historia de la conservación del suelo en Argentina desde que en 1963 se decretó el Día Nacional en su defensa. “No hemos avanzado lo que deberíamos. Fue un cruel fracaso”, sentenció.
La erosión hídrica por lluvias intensas, el arrastre de sedimentos por zanjas mal diseñadas y la falta de terrazas (solo el 4,5 % del área con pendientes está sistematizada) son manifestaciones de esta crisis.
En datos concretos: en un siglo, el sur de Santa Fe perdió casi 60 % de su materia orgánica y 77 % del fósforo disponible, mientras la agricultura repone apenas el 20 % de los nutrientes que extrae.
“¿A dónde se va el suelo pampeano? Está rellenando el Delta de Buenos Aires”, graficó, aludiendo a los sedimentos visibles desde imágenes satelitales.
“Ni siquiera es negocio degradar el suelo”
El profesor Sergio Montico profundizó sobre el impacto territorial del actual modelo productivo. La planificación por lotes, dijo, ignora las dinámicas de cuenca e intensifica el drenaje caótico hacia caminos rurales. Así se generan tranqueras inaccesibles, alcantarillas flotantes y la pérdida de hasta un centímetro de suelo fértil por año.
“El 42 % de los 13 millones de hectáreas de Santa Fe presenta procesos erosivos activos”, detalló. A esto se suman cambios en la distribución de lluvias vinculados al cambio climático: “Hoy cae la misma cantidad de agua, pero en menos tiempo y con suelos compactados, lo que agrava los daños”.
Montico subrayó que el costo de prevenir la erosión es menor que el de reparar sus consecuencias, y lamentó que solo el 20 % de los productores realice estudios diagnósticos de sus campos. “Es como no ir al médico”, comparó.
Política pública, ética agronómica y soberanía del suelo
La presentación concluyó con la exposición de Mario Monti, quien abordó el escenario futuro en un contexto de conflictos geopolíticos, presión por mayor producción de alimentos y desfinanciamiento del conocimiento científico.
Monti remarcó que la solución no está en el mercado, sino en el conocimiento y la intervención estatal estratégica. Recordó que en 1986 se creó por decreto la Comisión Provincial de Suelos y que recién en 2025 fue convocada formalmente. También apeló a la Constitución Nacional (art. 124) y la Constitución de Santa Fe (art. 28) para argumentar que el uso racional de los recursos naturales es un deber soberano.
“El futuro no pasa solo por drones o IA. Son herramientas. La clave es la conciencia humana y una agronomía que hasta ahora no está dando resultados”, afirmó.
Y cerró con una definición que sintetizó el espíritu del encuentro: “Trabajar contra la degradación del suelo es un imperativo ético y una construcción colectiva de decisiones conscientes”.
