Los condenados son Alejandro “Rengo” Ficcadenti, Guillermo “Chupa” Sosa, Esteban Alegre y Brian Dittler
Cuatro integrantes de la barra brava de Newell’s fueron condenados este martes a prisión perpetua por el crimen de Nelson “Chivo” Saravia, ocurrido el 23 de octubre de 2021 en San Nicolás al 3700, en la zona sudoeste de Rosario. La resolución fue dictada por el tribunal integrado por los jueces Ismael Manfrin, Nicolás Vico Gimena y Pablo Pinto.
Los condenados son Alejandro “Rengo” Ficcadenti, Guillermo “Chupa” Sosa, Esteban Alegre y Brian Dittler. Según el fallo, Alegre y Dittler fueron los autores materiales del homicidio; Ficcadenti actuó como partícipe necesario; y Sosa, como instigador del crimen.
El fiscal Luis Schiappa Pietra, quien llevó adelante la acusación, afirmó tras la audiencia que el asesinato fue “una demostración de poder” de los jefes de la barra rojinegra, vinculados a la estructura narco de Los Monos. Recordó que en el juicio se escucharon audios de “Guille” Cantero, “Pollo” Vinardi y “Toro” Escobar, quienes desde prisión promovían el liderazgo de Ficcadenti y Sosa en la barra para mantener el control de cara a las elecciones de 2021 en el club del Parque Independencia.
Una ejecución planificada
De acuerdo a la investigación, Saravia –quien había liderado la barra de Newell’s entre 2012 y 2015– fue asesinado mientras dormía en su vivienda. Un grupo armado irrumpió a la madrugada, lo ejecutó con una ametralladora frente a su hijo y sobrino, de 8 y 13 años. La víctima logró empujarlos para salvarles la vida.
La planificación del ataque quedó registrada en cámaras de seguridad de una casa ubicada en Garibaldi al 3300, propiedad de Sosa. Allí se reunieron 22 personas, prepararon el operativo, se armaron y asignaron roles. Tras el crimen, regresaron al mismo domicilio para cambiarse de ropa, guardar las armas y relatar cómo fue el asesinato.
Durante el juicio, se probó que Ficcadenti aportó un cargador de 30 municiones y participó activamente en el homicidio. Cabe destacar que también está acusado en otra causa como instigador de amenazas contra la familia del futbolista Ángel Di María.
Con esta condena, la Justicia dio un paso firme frente al entramado de violencia que rodea a los sectores de poder en los clubes rosarinos. El crimen de Saravia no sólo fue un ajuste de cuentas interno: también fue parte de una lucha por el control de la barra, con implicancias políticas y delictivas.
