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El lado oculto de la tecnología: la carrera por las tierras raras que guardan los elementos claves de esta era


Aunque su nombre sugiera lo contrario, estos elementos no son escasos. El problema radica en su extracción y procesamiento

Las tierras raras son un conjunto de 17 elementos químicos que sostienen el funcionamiento de una gran parte de la tecnología moderna. Están presentes en celulares, cámaras, televisores, computadoras y en herramientas fundamentales para la transición energética como los autos eléctricos y las turbinas eólicas.

Su función más estratégica es en la creación de imanes permanentes, pequeños pero potentes, que permiten reducir el tamaño y aumentar el rendimiento de motores y dispositivos electrónicos. Además, tienen un rol clave en equipamiento militar como radares, misiles y submarinos.

Aunque su nombre sugiera lo contrario, estos elementos no son escasos. El problema radica en su extracción y procesamiento: requieren condiciones geológicas específicas y un proceso de refinamiento complejo y contaminante.

El 70% de la producción mundial de tierras raras proviene de China, que también lidera la refinación y fabricación de imanes. Este control casi total sobre la cadena de suministro ha encendido alarmas geopolíticas y ambientales.

Las tierras raras están conformadas por un grupo específico de 17 elementos químicos. Foto: Ex-Ante.
Las tierras raras están conformadas por un grupo específico de 17 elementos químicos. Foto: Ex-Ante.

Una demanda creciente, un planeta en tensión

A pesar de su importancia para tecnologías limpias, la explotación de tierras raras genera un fuerte impacto ecológico. La minería a cielo abierto, el uso de sustancias tóxicas y la acumulación de residuos radiactivos amenazan suelos, aguas y comunidades cercanas a los yacimientos.

En respuesta, tanto Estados Unidos como la Unión Europea buscan reducir su dependencia del monopolio chino. Apuntan a diversificar las fuentes de obtención, agilizar permisos y fomentar proyectos con aliados geopolíticos.

Groenlandia, Ucrania y Australia aparecen como nuevas apuestas, aunque con desafíos ambientales y sociales propios. La presión por acceder a estos materiales críticos plantea el riesgo de repetir viejos errores extractivos bajo el disfraz de un “progreso verde”.

Tecnología limpia, extracción sucia

La paradoja de las tierras raras expone una contradicción de fondo: las soluciones a la crisis climática también pueden generar nuevas tensiones ecológicas si no se repiensa el modelo de consumo y producción.

Para avanzar hacia una transición energética real, será necesario no solo diversificar las fuentes de estos elementos, sino también implementar estándares ambientales estrictos y fomentar el reciclaje de materiales tecnológicos.

La sostenibilidad no se logra solo con energías limpias, sino también con cadenas de producción justas, transparentes y responsables. Porque si el futuro es eléctrico, también debe ser ético.

Las tierras raras contienen componentes claves para la tecnología moderna. Foto: Somos Aclara.
Las tierras raras contienen componentes claves para la tecnología moderna. Foto: Somos Aclara.

Los 17 elementos detrás de las tierras raras

Las tierras raras están conformadas por un grupo específico de 17 elementos químicos que pertenecen en su mayoría a la serie de los lantánidos en la tabla periódica. A pesar de su nombre, muchos de ellos son relativamente abundantes en la corteza terrestre, pero se encuentran dispersos y rara vez en concentraciones lo suficientemente altas como para facilitar su extracción.

Estos elementos son:

  • Lantano (La)
  • Cerio (Ce)
  • Praseodimio (Pr)
  • Neodimio (Nd)
  • Prometio (Pm)
  • Samario (Sm)
  • Europio (Eu)
  • Gadolinio (Gd)
  • Terbio (Tb)
  • Disprosio (Dy)
  • Holmio (Ho)
  • Erbio (Er)
  • Tulio (Tm)
  • Iterbio (Yb)
  • Lutecio (Lu)

A ellos se suman también dos elementos del grupo de los escandios:

  • Escandio (Sc)
  • Itrio (Y)

Cada uno de estos elementos tiene propiedades únicas que los hacen valiosos para aplicaciones en electrónica, energías renovables, medicina, defensa y telecomunicaciones. Aunque actúan en pequeñas proporciones, su presencia es vital en el funcionamiento de una amplia gama de tecnologías modernas.